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jueves, 6 de diciembre de 2012

ESPERANDO A LOS BÁRBAROS


"Un día el Imperio decidió que los bárbaros
eran una amenaza a su integridad"

J.M. Goetzee


¿Por qué tiemblas?, si está calma la tarde
transparente,
alumbrada por Dios para tus ojos.
Los almendros derraman su perfume.
y aún hay vino en tu copa,
de la cepa más vieja y soleada,
que mimaron los siervos de tu hacienda
porque es para tu labios.
Si el dolor de los hombres ha quedado
detrás de la muralla que te guarda
para que no lastime tu tierno corazón, di,
¿por qué te tiemblas
y haces bailar el vino de tu copa?,
solo porque han tintineado los cristales
preciosos en la mesa, y a lo lejos
se escucha galopar a mil caballos.

¿Qué te hizo creer el elegido
para gozar lo que de todos era?,
depositario único del rayo
de la belleza estremecedora..
Qué delicado pétalo en la retina tienes,
solamente por rico, que la naturaleza
no les diera a los hijos de nadie,
que te hace percibir, clarividente,
la última pincelada de la mano del genio
-temblaba, como tú tiemblas ahora,
al oír el galope de la muerte-.

Has pisado las huellas de los grandes guerreros,
de poetas que alumbraron el mundo
con sus palabras de oro.
¿Afinaste en el viaje tu mirada miope
en los ojos de hombres desgraciados?
¿Qué amor desmesurado o qué dolor avalan
tu paso por la tierra? -Ella se fue con otro,
ni un polvo de tu viaje que dejara memoria-.
Volviste convencido que el hermoso escenario
fue diseñado sólo para ti, un regalo
de boda de ese Dios generoso con los tuyos..
¿Qué prodigio atesoras, niño de porcelana,
que no sea pagado con la sangre del pobre?

Mas no temas, los bárbaros no vienen
siempre estuvieron dentro: sois vosotros.

Elvira Daudet

jueves, 25 de octubre de 2012

PESADILLA VIRTUAL


  
Ayer tuve una extraña pesadilla:
soñé que como Ulises regresabas,
rescatado del Hades por Apolo.
El sombrío Caronte  te cruzaba
de nuevo la laguna, mas en sentido inverso.
Los ardientes vapores del azufre
te besaban los labios y encendían tu aliento,
librándote del frío riguroso.
Ascendías después hasta la cueva
de Cumas donde tiene su nido la Sibila,
con la cual yacías
a cambio del secreto de la vida.
Y volvías al mundo, donde aún vivo,
con la promesa de quedarte oculto.
Te instalabas en esa rara vecindad virtual,
tan cercana y distante, mandándome mensajes,
ay, cifrados con tus palabras de antes,
que yo iba hilando estremecida.
Hasta que comprendí que habías vuelto
para que te siguiera hasta el Averno.

Elvira Daudet  22-X-2012

viernes, 12 de octubre de 2012

DESPUÉS DE LA BATALLA



Con la espuma en la boca
y las pinzas quebradas,
los cangrejos emigran a oscuros paraísos,
en busca del botín de la desgracia.
Ebrios por la victoria, los dioses de herrería,
radiantes como hombres renacidos,
se lavan las heridas en la calle
después de la batalla.
Se desmoronan las torres de marfil
como los dientes de una calavera,
y caen, desde la altura de su séptimo cielo,
grotescas marionetas dislocadas.

Elvira Daudet

martes, 11 de septiembre de 2012

MORITURI

                      A Pier Paolo Pasolini, muerto a palos
                      y enlodado por los hijos de la noche.


Esperad, antes que me golpeéis,
quiero advertiros, hijos de la noche,
implacables ángeles de las sombras,
que sé llorar en todos los idiomas.
En francés he gemido, con éxito notable,
en el Barrio Latino y en el andén del metro,
en tiempos de Ben Bella, de De Gaulle y Bumedian.
Al pie del Vaticano y en las playas de Ostia
he llorado -en italiano, claro- a un cristo
sucio de sangre y barro, de voz insobornable.
Y en Wall Street, en Bowaris y en Harlem,
acosada por millares de espectros,
hombres sacrificados al dios Dólar,
mis lamentos han sido en un yanki perfecto.
Asombraos, también sé gemir en griego antiguo.
Lo he probado en el Ágora ateniense,
mientras el tren pasaba desdeñoso
y se tambaleban los cimientos
del templo de Teseo.
Y también he llorado en el Pireo,
junto a un sarnoso can apaleado.
Pero lloro mejor en castellano,
en esta hermosa lengua, que es mi idioma,
rizo el rizo del grito y el lamento,
y no es por presumir de virtuosa,
que me ha costado sangre el aprenderlo.
Antes de golpearme, ahora que estáis a tiempo,
decidme, azules criaturas de la muerte,
¿qué idioma preferís para el recreo?

lunes, 25 de junio de 2012

EL CUERPO DEL DELITO



Me vigilan, siento la quemadura
de sus ojos, clavados
bajo mi occipital cual un serrucho; 
¡ay!, desconfían de mí.
Detrás de la maraña de rayos de colores
-bosque encantado, fantasía pueril
en cuya jaula he sido cautiva con Pinocho-
yace, en la impudicia de una sala de autopsias,
el cuerpo del delito, los labios de la herida,
sus cavernas, sus fluidos pesados.

Ante la exposición mundial de la desolación
el sarpullido escama a algún amigo,
y los  más puros dudan
de una realidad que les inquieta.
Querrían absolverme,
olvidar que el amor
es más que bendiciones, vino, flores,
y gimnasia los sábados;
que es también cocodrilo de afilados colmillos,
dentellada en la burbuja del placer,
la destrucción del cuerpo en el abrazo.

Se preguntan si todo ha sido un fraude,
una ficción urdida mientras llega el gran sueño,
y no existió jamás la idolatría ,
el pecado de un amor tan extremo
que sobrevive a la propia muerte.
Especulan si seré quien digo ser,
suponen que hablo de otros
y he fingido  una pasión sin tregua,
arrasadora, que a ellos les repugna.

Y yo debo aceptar cuanto imaginan,
porque el poema
-un latido fuera de la matriz del corazón-
ya no me pertenece, sólo es suyo.
Perdonadme, quería decir vuestro. 

Elvira Daudet        22 -6-2012

sábado, 9 de junio de 2012

ORIGEN




A los mineros en lucha



Aunque mi signo es de aire, paradójicamente,

vengo de las entrañas mordidas de la tierra,

de la honda caverna descarnada

situada diez pisos más abajo

del reino de las ciegas alimañas,

y el grisú venenoso de la mina;

el polvo del carbón es mi sustancia.



Los hombres que me dieron su apellido

fueron todos mineros desde niños

- ojos enrojecidos, enfermos de tinieblas,

sin pestañas, donde la luz es una cicatriz,

un lejano recuerdo que aún duele en la retina-

y sólo abandonaron la negrura del pozo

para luchar en guerras diferentes,

aunque fueran la misma;

que todas las perdieron es ya historia.

Derrota tras derrota, regresaban

-los que no tuvieron la suerte de morir

en la batalla o luego en la prisión-

más viejos y humillados. O lo hacían sus hijos,

con su orfandad y su derrota a cuestas,

como una herencia amarga, irrevocable.

En aquel agujero vecino del infierno,

despiadado, vivieron su dolorosa infancia,

rebeldes sometidos,

y aprendieron a odiar a los tiranos

antes de que el amor les golpeara.



Por encima pasaron los inviernos,

los veranos, la vida ajena a ellos,

mientras se hacían hombres en la mina,

con un disfraz oscuro que crecía con ellos,

royendo la esperanza de la revolución.

- ¡Qué terquedad en repetir la historia

sin futuro de sus padres,

en vez de hacerse hombres de provecho!,

procurador en cortes o ingeniero

son oficios más limpios y tienen menos riesgo-.

Arriba,

prácticamente a la altura del cielo,

la primavera esmaltaba de verdes la campiña,

las muchachas lavaban en el río

con sus manos de lirio adolescente.

Aunque era imposible mirar hacia lo alto,

ellos lo presentían

en el ciego y preciso calendario

de su desordenado corazón.



Polvo a polvo, eslabón a eslabón

de una larga cadena de dolor y miseria,

huésped de un azaroso viaje,

yo soy el resultado del fracaso obstinado

de una casta de pobres orgullosos de serlo,

su pasado impregna mis tejidos

del mismo zumo acre de la hulla

y los gases letales bullen en mi cerebro.



La sangre que fue suya y ahora me pertenece,

ese río remoto y poderoso

que llegó a mis arterias a través de los siglos,

cuerpo a cuerpo, era negra y esclava

hasta que un día, con la primera luz,

abrió los ojos

y vio la abrumadora, la insoslayable realidad,

antes de derramarse generosa.

Ese caudal de polvo ennegrecido

guerrea en mi interior con otra sangre,

más pulida y brillante, aunque igualmente pobre.

Al fin todos venimos de un viaje milenario

con origen común en las cavernas;

el mismo rey desciende de un primate.



miércoles, 23 de mayo de 2012

PRISA


Nunca llegó a averiguar quién era.

No tuvo tiempo de estudiar la ruta

de los mares profundos en su cartografía

ni el mecanismo

que la piel ocultaba a sus ojos inquietos.



Ella fue sólo un número

-vestido de ternura-

que añadir a la suma,

un estreno festivo de sedas y amapolas.

Después, el ritual -ya conocido-

de su pubis de arándanos,

que se fueron agriando en la costumbre.



Sin conocerla,

la fue desconociendo poco a poco,

hasta desvanecerse,

confundida en el blanco de la almohada.

Ignoró el instante que sucede a la brisa,

cuando la mar se abre como un cráter

y muestra sus tesoros.

Se fue sin escuchar el canto puro

que brota -y justifica de algún modo la vida-

con la última sangre del roto corazón.


Era demasiada mujer para su prisa.

miércoles, 2 de mayo de 2012

PRIMERO DE MAYO



A veces nos sucede que la lluvia,

en vez de perlas blandas e inocentes de agua,

fuera lanzas de acero invertidas,

como en la paz de Breda,

que matan aún de pie, apuntando al cielo.



El diluvio se adensa,

el cauce y los desagües se desbordan

y la riada saca a flote todas las tristezas

que creímos ordenadas, camino del olvido,

en el sótano de casa.



La pena nos zarandea y lleva, nos arrastra,

como un ramo de lirios en el río,

con los tiernos juguetes

de la infancia lejana de los hijos,

los libros de poemas, tan pálidos y tristes;

octavillas llorando tinta negra,

las fotos sonriendo a la esperanza

aquel Primer de Mayo, jugándonos la vida

a saltos por las calles.

Los dioses ilegibles que fuimos yacen muertos,

varados en el lodo,

los íntimos enseres de mortaja.



Elvira Daudet, 1 de mayo de 2012

martes, 17 de abril de 2012

REGRESO

Vuelvo. He conseguido salir del agujero
que un día me engulló siendo muchacha.
La luz de la mañana me acaricia
como la tibia seda de unos brazos de madre.
Es cierto que entre tanto ha pasado la vida,
los amigos han muerto o no me reconocen.
¿Dónde están -se preguntan- sus ojos abismales
que asustaban de bellos y profundos,
la orgullosa mirada que exigía
el legado de los dioses? Ay, la felicidad.
¿Dónde se fue la flor de sus mejillas
y su cuerpo moldeado por el viento?

No me atrevo a decirles
que han pasado los años para todos
y tampoco son ellos lo que eran.
Sus fértiles cerebros,
donde ayer bailaban jubilosas las ideas,
son urnas de cenizas
donde la vida ardida pasa, melancólica,
su película de espectros.
La víbora salaz, antes guerrera,
inofensiva
se esconde arrugadita bajo un faldón de grasa.
El rojo corazón es hueso negro.

¿Podría confiarles que vuelvo de una guerra,
en las negras cloacas de mi alma,
con el saurio implacable que me habita
y se bebió goloso el dulce plasma
dejándome vacía como un traje?
Que quemé los candiles de los ojos
luchando con las sombras como un ciego.
Mi corazón alimentó alimañas,
mi cuerpo fue bocado de las ratas
de la traición, la rabia, el desamor.
¿Les entristecerían mis delirios
o me oirían lejanos,
desde la indiferencia de la muerte?

Como una pobre bestia que no puede quejarse,
doy otra vuelta a la triste noria
y pido una sonrisa de limosna
que me alimente el día de esperanza.

Regresar del infierno es un viaje muy largo,
y no sé, al encontraros, si valía la pena.

Elvira Daudet De Cuaderno del delirio, inédito)

sábado, 31 de marzo de 2012

LIBERTAD

Desde niña intuí que eras muy cara
al ver los descarnados rostros de tus amantes
-a esas alturas, la mayoría había muerto
con tu nombre de azúcar en los labios
y un extraño fulgor en la mirada-.
Loca de mí, seguí su mal ejemplo
y me enganché al batallón de parias
que por hallarte pierden cuanto aman.

Nadie me dijo nunca al perseguirte
que debería dejar en el camino
tajadas, aún sangrantes, de mi propio corazón;
desprenderme del sueño del amor,
romperme las costuras del cuerpo,
desfóndarme, y vaciarme entera.
No imaginé que ahora, al cabo despojada,
te hallaría en el postrer recodo.

Finalmente soy libre, sin amos, sin horarios,
libre de decir lo que quiera, llueva
o no el azufre, pues nada pueden hacerme ya.
Mas me sabes a poco, perdona que te diga;
ni por asomo eres la libertad soñada.
Libertad a deshora no me sirves
cuando todo hace aguas, el mundo retrocede
y los jerarcas celebran tus exequias;
yo confirmo que tengo la pólvora quemada
en batallas perdidas,
y el corazón latiendo a toda prisa
como vierte el reloj la última arena,
avanzando hacia nada.

Libertad, tus alas llegan tarde, con sarcasmo,
a una guerrillera quebrada por la artritis,
a la amante con ceniza en la sangre
que fuera ardiente lava,
a una madre que es nicho de sus hijos.
Y es más, sin esperanza
de que pueda llegar el hombre nuevo
a este lodazal sin adjetivos.
Libertad que me duele como una puñalada
al ver que mis hermanos vuelven a ser esclavos.

Y ahora te pregunto, ¿de qué puedes servirme
sin cuerpo ni energía para cambiar el mundo?,
sin amor, ¿de qué sirves?
Yo necesitaría un corazón para estrenar
contigo Libertad, para vivirte
y sorberte hasta el tuétano la esencia,
y tú sólo me sirves de notario
para firmar mis últimas palabras.

Elvira Daudet, 30 de marzo 2012

viernes, 16 de marzo de 2012

HUESOS PARA EL PERRO

A veces, como tú, me desespero
por los niños que ayunan de mañana,
sin leche ni mendrugo que llevarse a la boca.
A mediodía comparten la ración
escueta del abuelo,
cenan caldo de "huesos para el perro"
y se van a la cama con las tripas ladrando.
Sus padres perdieron el trabajo y no lo encuentran,
la tierra ha dejado de dar trigo,
es sólo un mar de estiércol donde hozan los cerdos
y desfallece el viento.
Ya no pueden comer ni pan ni peces
y no aparece Cristo a remediarlo.

Todavía es más grave la miseria que sufren
los miembros del Gobierno, obligados
a camuflar la bola cual trileros.
Con su tercera mano asen el cargo
que les brindan los amos en premio a sus servicios.
Huele el aire a patíbulo,
a carne corrompida que atrae a todos los buitres.
Duele ver el desfile de banqueros
-a un dulce paraíso, no a la cárcel-, quebrados
por la avidez obscena de su alquimia:
transformar la sangre de los pobres en dinero.
Ángeles de alas de humo, gimen mientras abrasan
la tierna flor del pubis de chiquillos,
con su mano-azucena de rozar el Misterio.

No respetan a Dios ni a nuestros hijos;
se burlan de nosotros. La sangre me galopa
como un enloquecido corcel envuelto en llamas.
Me levanto la tapa de los sesos
y dejo que se enfríen.

Más serena,
contemplo la central laboriosa del cerebro,
motor del terco avance de los hombres
desde el fondo más negro de la noche
-largo ha sido el camino del cándido primate
que estrenó el dolor de ser humano;
milenios defendiéndose del miedo.
¿Quién podría hacerle retroceder ahora?
Descubro en sus alvéolos, como abejas dormidas
en su celda, tesoros olvidados:
la dignidad cuando aún estaba entera,
la utopía, más bella con los años,
la justicia, aire puro que a todos alimenta:
las cosas de valor que arrinconamos
y el azufre del tiempo fue borrando.

Mientras tanto ha llovido. Sobre su piel mojada,
el campo adolescente nos muestra un bozo verde.
La tierra, siempreviva de jugos minerales
que rebosan sus pechos,
no renuncia a su misión de madre.
Habrá pan, si nosotros aportamos
un pequeño puñado de semillas,
y atamos a los cerdos a una valla
para que no destrocen lo sembrado.

Elvira Daudet, 14 de marzo, 2012

domingo, 4 de marzo de 2012

MARIPOSA LIMONERA

A todos los poetas que soñaron con la inmortalidad
y se desvanecieron en la noche del tiempo.


Como pluma de sol viene en el aire,
con su falda de ácidos limones
-sutilísima seda desgastada-,
a cumplir el destino prometido.
La mariposa busca sobrevivir
con el ansia de todo desdichado,
- inclúyase también a los poetas
y sus vidas, hogueras de belleza
donde arden voluntarios, cantándole
al amor, como pájaros ciegos a la noche-.

Admiré en el verano la belleza
de sus alas, leves y poderosas,
dotadas para resucitar tras el invierno
y mecerse de nuevo alegres en el viento.
Como un pútrido voyer, espié su pudicia
de niña al desprenderse el vestido de fiesta
y mostrar el desnudo integral de su esqueleto.
La vigilé en invierno, transparente,
hibernando en la rama confiada,
soportando los vientos y la escarcha.

Más ahora, ¿dónde estás dulce pétalo?
Infalible, la ciencia aseguraba
que sobrevivirías a los hielos,
tus alas se abrirían al sol en primavera,
como el ojo al azul puro del cielo.
Afirmó que desperezarías tus antenas
y saldrías volando felizmente,
ajena al polvo de oro que abrasó a tus hermanas.

En la rama que cobijó tu sueño,
te busco y sólo hallo una tela de araña
que me impregna los dedos,
y que añade a la tarde un velo de tristeza.
La muerte no deserta
y deshace puntual toda esperanza.

martes, 21 de febrero de 2012

EUROPA YA PAGÓ

Europa está erigida sobre un mar tenebroso
de sangre y de zarzas abismales
que son huesos humanos.
Ya pagó con largueza la dignidad empeñada
en el altar terrible de los dioses.
Pero los dinosaurios prosiguen su proyecto
de acabar con el hombre y sus derechos,
convertirlo en el sumiso esclavo que fue ayer,
trabajando de sol a sol, barato,
para que todo vuelva a estar como al principio.

No fueron suficientes los diluvios de sangre
de dos guerras mundiales, que inundaron Europa
de espanto y de dolor inagotables,
para ahogar la avidez de la serpiente.
Los millones de muertos en incontables frentes,
la ley del exterminio, los hornos crematorios
de dos atroces guerras, no bastaron
para que el ser humano, larga sombra
que viaja sin descanso al fondo de la noche,
ganara su derecho
a salir a la calle y sonreír,
en sus horas de luz,
viendo crecer en paz a sus cachorros.
La esperanza agoniza, lentamente.

No es el devastador incendio del planeta,
al desplomarse el sol,
la causa del final de la aventura.
De nuevo es la serpiente de los huevos de oro
-depositados en las cajas fuertes-
la que dicta su plan a los esbirros
de someter a todo ciudadano;
enterrarle en el barro la cabeza,
como a un gusano vil, sodomizarlo
para que nunca vuelva a alzar los ojos
al sueño de ser hombre con dignidad y trabajo.

El futuro prometido era esto:
la pesadilla, escrita a largo plazo
por pacientes guionistas,
de esta pavorosa realidad que vivimos.

Elvira Daudet, 21-2-2012

sábado, 28 de enero de 2012

NOCHE DE URGENCIAS

Ahora, cuando la vida es sólo un mapa antiguo
de viejo pergamino
que se quiebra por todas las esquinas,
y el fruto generoso del corazón
se ha transformado en arma,
mientras los demás duermen me pregunto
dónde erré la más bella de todas las historias,
que querrían oír hasta los muertos.

Quisiera recordar si era de seda
la mañana del día que te fuiste,
a qué sabían tus labios en el último beso,
cuando el destino ya había lanzado
las tabas de mis huesos,
aunque aún no lo supieran ni el aire transparente
ni toda mi esperanza congregada
para romperse entera,
como un cristal purísimo,
al dar tú el primer paso hacia mi muerte.

Quizá
un día fui feliz y no lo supe.

Elvira Daudet
Madrid, 28-01-12

viernes, 13 de enero de 2012

ELLA

Ella, mi fiel amiga, viene siempre conmigo
desde niña, y nunca me abandona
cuando todos se marchan.
Generosa, me ofrece
el consuelo total para mis penas
y curarme las llagas del fracaso.
Tiene más de mil rostros,
algunos pavorosos, repugnantes,
y a mí, por ser su amiga, me brinda el más amable.

Se ha instalado en mi casa, en mi cama;
no me deja dormir con sus ofertas:
me promete la paz irrevocable,
el fin de los dolores,
librarme de la grotesca y tristísima vejez
que derriba el mástil más airoso,
y corona la rosa de marfil de la espalda
con monstruosa giba;
de confundir los nombres y las fechas,
de olvidar la cabeza, las palabras precisas,
junto a la dignidad,
en un vagón del metro o en veladas de amigos.

Ella, que está tan cerca porque la llevo dentro,
como la esencia de mi propia sangre,
o como una bacteria trasmitida al nacer,
me tienta cada noche con pactos y dulzuras.
Y cuando ya me tiene convencida,
una sola palabra,
haciendo que me sienta necesaria,
basta para que olvide sus promesas.
Y renazco.

Ella tan familiar, tan dulce y necesaria,
sería la libertad, si no fuera la muerte.

Elvira Daudet 11-1-2012