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miércoles, 27 de octubre de 2010

AMANTE DE LLUVIA

Vienes, desde tan lejos, a mis ojos

y los ciegas de llanto.

Ciegos también tus ojos y los míos

bajo aquel aguacero de la noche

primera, palpándonos los rostros

para encontrar los labios y bebernos.

La lluvia generosa que caía

inundó de alegría la pobreza

de un domingo cualquiera,

que ya es único y nuestro,

y nos hizo sentirnos inmortales

(no puede ser humana tanta dicha),

anegados en besos, agua y risas.



¡Ay, amante de lluvia y alegría,

detenido para siempre en la noche que te amé!

Tan ido como el viento codicioso

que robaba los oros

a los dormidos árboles

y empujaba tu cuerpo contra el mío,

me vienes a la mente, de improviso,

volando la hojarasca

que otoño tras otoño te ocultaba.

Y la plaza sonora de la boca,

convertida en un pozo de silencios

donde oxidadas yacen las palabras

con su vaho levísimo de escombros,

se me llena de aquel urgente jugo

donde saltaban vivos, como peces, los besos.



Perdido y sin retorno, amor,

y yo ya acostumbrada a tanta ausencia,

de repente me vienes como un rayo

directo al corazón, reseco de cenizas,

y sangra la amapola disecada.

Tan lejos y tan ido, en un instante

te haces dueño de mí, lunar e intacta,

sólo con ver tu foto en los diarios..



(Del libro Terrenal y marina)

domingo, 17 de octubre de 2010

AMOR, ETERNO ERES

Amor, eterno eres, como juré,

juramos, aquel día, al principio

del mundo y la catástrofe,

cuando, ¡oh prodigio!, tú me renaciste

y me gané en la cifra de fuego de sus labios

la herida de mí misma, mi nuevo ser,

desesperadamente puro y libre,

encadenado a ti ya para siempre.



Qué importa que su sellado corazón

me niegue lo que implora

de otro corazón desconocido,

que sus ávidos labios busquen ángulos nuevos,

sedientos de otros zumos y otros labios,

que su cuerpo no sea ya la ardiente

prolongación del mío,

si aquí estás tú, dolor, su último rostro,

pesando sobre mí como él desnudo,

forma esencial de mí, tuétano mío,

la más fiel, la más larga compañía.

Dolor que hace mi amor irrevocable,

eterno, como juré, juramos, aquel día.



(Del libro Terrenal y marina)

viernes, 8 de octubre de 2010

V

Tal vez sea la hiedra que reúna mi escombro

quien te diga algún día la palabra

que yo no encuentro nunca.

Por qué duele en mis ojos esta tristeza inútil,

por qué tengo la sonrisa lastrada

y las manos tan duras.

Tendrá mi tierra entonces la frescura de un cuerpo

y mi amor detrás de ella

te aclarará los huesos.

Y te caerán goteras

en alguna esquina

que mojen hasta el fondo tu madera.

Cuando sólo eso sea:

una isla de hiedra enamorada

que rescate la lluvia.



(Del libro Crónicas de una tristeza)