OS AGRADEZCO VUESTRA VISITA Y POSIBLES COMENTARIOS.

SED BIENVENIDOS.

jueves, 29 de diciembre de 2011

ESPERANZA

Después de la catástrofe, cuando el mar
se tornó una olla de barro sin azules,
el centro estelar de su vida fue borrado
por una aviesa mano,
como si nunca hubiese existido
y sólo fuera un sueño.
Pasó el tiempo. Un día el mar recuperó el azul,
ella el aliento y se creyó sanada.

Nunca se confesó que lo esperaba.
Durante largos años
el sol siguió enviando destellos de esperanza,
una senda de teselas doradas
y un pórtico de lanzas en la alcoba.
Era tierna y esbelta como el trigo;
la vida y los deseos ajenos daban vueltas
en torno a su cintura, sin rendirla.

No admitió que esperaba una sola palabra:
la que su amante, distraído, nunca pronunció
durante aquellos años.
Camelia de cristal no deshojada,
se mantuvo joven y confiada
bañándose en el agua perfumada
con las flores de azahar del limonero,
esperando, sin confesarlo nunca.

Un murmullo de voces en la sombra,
anunciando que el barco que él mandaba
había naufragado,
fue el culpable del trágico suceso.
O tal vez el Destino sustituyó al poeta
para unir al final a los amantes.
El mar depositó sobre la arena
el cuerpo de Esperanza, sin dañarlo.

Elvira Daudet

¡Feliz año 2012 !

miércoles, 14 de diciembre de 2011

CITA A CIEGAS

Queridos amigos:
Con la que está cayendo, no quiero que os falten mis mejores deseos para estas fiestas.
Publicado por Elvira Daudet en 11:36

CITA A CIEGAS

Que no fue concebida en un momento
de plenitud gozosa, como una sinfonía
o un poema de amor alejandrino,
lo supo en los pechos de su madre
que sólo daban lágrimas y sangre.
El semen fue vertido al cáliz de la vida
en un día de plomo,
que anunciaba el final de la esperanza.

A ciegas, amor y destrucción se dieron cita.
Tronaban los cañones, cada vez más cercanos,
estremeciendo en lo hondo los huesos de la tierra,
imponiendo su ritmo a la amorosa entrega.
La muerte, blanco hueso, emergía del humo
a comprobar, avara, la abundante cosecha
de cuerpos destrozados, con los sueños intactos,
que la nieve cubría como un plural sudario.

Su niñez fue una boa de seis cuerpos azules.
Puliéndose el colmillo con navaja de nácar,
llegaban en el coche de pasear
al elegido para muerto urgente.
Los bárbaros violaron el dulce territorio
de la infancia con imágenes crudas,
no aptas para menores.
A punta de pistola le robaron la risa.

La juventud la regaló ella misma;
era lo único hermoso que tenía
para hacer sonreír a un hombre triste.
Él la besó sin prisa,
extrajo del bolsillo una sortija,
una cinta amarilla para el pelo,
un brebaje anisado de su boca,
y una salamandra amaestrada.

Antes de regresar a su camino
-con pies de lana para no hacer ruido-,
le dio tres poderosos talismanes
que vencieron al imán de la parca.

La mujer, que recuerdo como un triste epitafio,
no era una sinfonía ni un poema.
Fue sólo una herramienta de trabajo;
pan en la mesa, libros, y zapatos,
montañas de zapatos, más ternura.
De su cuerpo salvaje quedó apenas
un pequeño puñado de cenizas:
las llamas del amor lo calcinaron.

Del libro Cuaderno del delirio.

4 comentarios:
Amando Carabias María dijo...
Lo mismo para ti, lo mismo.

14 de diciembre de 2011 12:14
Charcos dijo...
Te deseo lo mejor pero no sólo para estas fiestas sino para cada uno de los minutos.

Un abrazo inmenso y montones de besicos que te llenen todos los bolsillos.

14 de diciembre de 2011 12:30
Paloma Corrales dijo...
Guapa, guapa y guapa.

Igual para ti y toda esa bella familia que te rodea.

Besazo.

14 de diciembre de 2011 13:38
Gustavo Pertierra dijo...
Iguales deseos de felicidad y bienestar para ti querida amiga y lo que "esta cayendo" ya dejará de caer y sino servirá para abonar el suelo o mejor aún como decía Francisco Luis Bernardez en su soneto:

"...lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado"

Te abrazo con el corazón.

domingo, 16 de octubre de 2011

SIN EL CUERPO

Cuando vuelves a casa de mañana,
sin el cuerpo
que dejaste olvidado en cualquier lecho,
descubro en tu mirada los códigos secretos
de otras pieles.
Traes la agenda completa de distintas salivas
en los labios,
tu lengua es un termómetro de magmas
de las rosadas grutas descubiertas,
que con su quemadura hicieron que olvidaras
el sabor de la pulpa de mis labios.

Mientras yo, cual bulto en la noche abandonado,
agonizo en el lino de una blanca camisa
sagrada por tu aroma,
tú vuelves a deshora, con frío, fatigado
de vaciarte en vasos como un vino
espumoso y fugaz, ciego por el hastío.
Siempre vuelves,
mas el amor no regresa contigo.

Únicamente eres la cadena
que me tiene cautiva junto a los otros cuerpos.

Elvira Daudet

miércoles, 5 de octubre de 2011

RATAS

"¡Alerta, ciudadanos!, una feroz camada
de hombres grises ha invadido la tierra.
Son hombres de ceniza, despiadados,
grises como el cemento, sin espina
dorsal que los sostenga de pie como a los hombres,
aplastan las estrellas como chinches,
y quieren apagarnos la luna y cosernos
los besos. Si los dejáis os beberán la sangre,
arrasarán los sueños, junto al vino
y el pan que os alimentan. ¡Despertad!
Vigilad noche y día a vuestros hijos,
antes de que os los roben
y les saquen su corazón de tórtola,
o el higado para hacerse un trasplante,
como el hombre del saco
de los terribles cuentos infantiles.
A veces les succionan el cerebro
y los devuelven del infierno huecos,
sin voluntad ni risa, como cascos vacíos.

Sin trabajo, sin hogar y sin patria,
ya ni el cielo ni el viento os pertenecen:
son de estos hombres de humo que envenenan
el aire con sus cuerpos podridos, donde anidan
los números abyectos, causa de la miseria,
mortal como la peste, que recorre la tierra.
Ratas que mondan la hermosa piel azul
con el ácido verde de su orina,
emborronando
el día de sucias serpentinas. Son los mismos
que queman las cosechas para subir los precios
y jugar en la bolsa con la hambruna.
Los que borran países de los mapas
con el pulgar enhiesto, y arrasan a los pueblos
de civilizaciones milenarias -ay, Grecia-
con las bombas de su codicia en llamas.
Hombres de gestos grises y próstatas zurcidas
con el hilo de oro del manto de la Virgen,
que viajan en vehículos blindados,
se esconden en altas madrigueras, protegidos
por mil canes feroces
y duermen en sendas cajas fuertes: tienen miedo.
Como estatuas de frágil escayola,
desde su pedestal parecen fuertes,
vivos, aunque sepamos que no tienen corazón.

Los podréis conocer: toda la peste
viste trajes de lana gris inglesa,
tiene grises y escasos los cabellos,
ojos de acero astutos, escondidos,
que congelan la luz de la mañana.
Utilizan palabras terminales
y su sueño voraz hiela la sangre:
quieren el Partenón, el Coliseo,
la Puerta de Alcalá; ser los dueños de Europa.
Nosotros les sobramos y van a devorarnos.

Elvira Daudet

lunes, 19 de septiembre de 2011

A UN ÁNGEL QUE NO SABÍA VOLAR

Fue la primera imagen del verano.
Salía del lavabo vacilante,
colgado de la frágil solapa del levitón
como un equilibrista. Y se quedó aturdido,
encuadrado en la luz devoradora
de un dramático plano "cinèma verité"
de muerto anticipado. Irreal, joven, bello,
extravagante: levita negra de buen corte
-abierta sobre el desnudo costillar-
igual que el pantalón hecho jirones.
Parecía un pobre de diseño
contratado para vender perfumes Christian Dior,
o un actor inverosímil y sobrecogedor.

Las burlonas miradas se enredaron
en las rastas de su rubia melena,
en el huesudo tórax,
en las verdes pupilas dilatadas.
Él recibió el impacto con paciente costumbre,
recobró el equilibrio y se marchó muy digno.

Lo encontré, siempre solo, varias veces
-caminaba sin tregua-
huyendo cauteloso de la gente.
Un día se sentó a mi lado en el paseo;
no olía a sal, como correspondía,
tampoco a libertad; olía a invierno,
a ropa húmeda, a pez muerto. No me moví:
tal vez necesitaba una sonrisa.
Para no asustarle le ofrecí un cigarrillo.
Entornó, receloso, las joyas de sus ojos,
observó sin recato mis manos de madera
y me leyó en los ojos el tiempo que me queda
mientras pasó un batallón de espectros hacia el mar.
"Los cigarrillos matan lentamente"
dijo, al fin, en francés con ironía,
y se fue con la prisa de un alto dignatario.

Siempre que nos cruzamos, a partir de ese día,
me miraba furioso y se escondía.
Una tarde vino hacia mí de frente,
tomó impulso, saltó en el aire e intentó volar
moviendo el faldón de su levita,
y se precipitó sobre las piedras.
Al auxiliarle vi que me espiaba
con un ojo entreabierto;
sentí un absurdo deseo de llorar.
No volví al paseo.

Lo hallaron en la playa unos bañistas,
un borrascoso día de septiembre.
Desde un mirador vi su excitación de fieras,
rodeando el cuerpo apaciguado,
que apenas contenía una burbuja
del beso de las olas como última caricia.
Reconocí de lejos su frío y su levita.

(Del libro "Cuaderno del delirio")

sábado, 9 de julio de 2011

EL VELLOCINO DE ORO (Reposición)

Yo sé, siempre lo supe, que tú también me amaste:
lo gritaban tus ojos deslumbrados
por la luz que emanaba de mi cuerpo de niña
en su primer desnudo.
Tus labios se negaban a decirlo
y sin embargo,
"Amor, amor", musitaba tu boca
bebiéndome el aliento.
Tus caníbales dientes repetían:
"Amor"
mientras me devoraban.

Amabas mi inocencia sorprendida,
el temblor de mi carne de rosa encendida
que abriste dulcemente con tus labios,
y algunos brillos de mi inteligencia.

Cuando le puse el punto final a nuestra historia,
porque ya no era nuestra solamente
-había entre los dos una montaña
de ramas de canela como sexos
y el canto de mujeres todavía no amadas
que en las cercanías del sueño oyen los hombres-
sé que echabas de menos mi ternura.
Y que fuiste sincero cuantas veces pediste
que te abriera la puerta, llorando como un niño,
siempre que permitiera que salieras
a buscar el vellocino de oro cada noche.


(Del libro "Cuaderno del delirio").

miércoles, 29 de junio de 2011

DIOSES

Yo no temo a los dioses despiadados,
lascivos y burlones,
que nos engendran para devorarnos.
A veces, distraídos, nos perdonan la vida
y juegan, como niños perversos, con nosotros.
Millones -elevados a la potencia equis
de su semen divino-,
de tiernas e indefensas criaturas
nacen de sus orgías.
Grandes ríos de néctar y de esperma
corren ladera abajo del Olimpo.
Y ellos, ebrios de gozo, sacan la golosina
de los ojos, los sesos o la lengua
de los recién nacidos, que glotones engullen,
y los dejan tirados en el estercolero
ciegos, tontos o mudos.
Yo no les tengo miedo: me mataron de niña.

Madrid, 15 de mayo, 2011

jueves, 16 de junio de 2011

PRIMAVERA EN MADRID

Gime el violín una tristeza antigua
de lágrimas doradas de resina,
y las adolescentes,
sentadas bajo el árbol de la melancolía,
enferman por las mieles no probadas.
Súbitamente envejecido, exhausto,
tras los excesos propios de un reinado,
abdica el rey invierno de su trono
de nardos y de armiño enmohecido.

Acudiendo a su oficio de puntillas,
mas siempre impetuosa,
surge la primavera y le despoja
de su manto gastado y su corona,
compartiendo su plenitud de yemas,
brotes verdes y trinos con los pobres.

Sopla esta primavera un fuerte viento
que golpea el tierno tercipelo
de los árboles, y aventa insumisión
sobre las avenidas y las plazas.
Un viento inesperado, procedente
de las hondas entrañas de los mansos,
hace trizas las leyes injustas como espadas,
la púrpura y los secos corazones.
Un viento redentor barre la usura,
y las cifras obscenas de los bancos
salen por las ventanas cual palomas felices
que llevan en el pico los bienes embargados
como ramas de olivo y esperanza.

sábado, 4 de junio de 2011

comentario de Fernando Sabido

En los años oscuros hubo mujeres a contracorriente de su sexo
que contaron hora a hora, día a día, la verdad de los hechos sin adornos
subjetivos, época de periodistas que sólo ladraban a voluntad del amo

En los años robados hubo mujeres que desbrozaron los caminos de líquenes
y fieras para que un día pudieran las otras disfrutarlos con paridad y en derecho

Y hay mujeres que entregan su vida a la palabra, que objetivamente
van soldando en los libros fragmentos dispersos de la historia
para que la entendamos y mujeres que hacen del verso denuncia, conciencia,
prodigio, latido, claridad, esperanza, ternura o sueños

Una de esas mujeres fue, es y será en su inmortalidad, Elvira


Fernando Sabido Sánchez
Junio 2011

viernes, 3 de junio de 2011

EL VELLOCINO DE ORO

Yo sé, siempre lo supe, que tú también me amaste:
lo gritaban tus ojos deslumbrados
por la luz que emanaba de mi cuerpo de niña
en su primer desnudo.
Tus labios se negaban a decirlo
y sin embargo,
"Amor, amor", musitaba tu boca
bebiéndome el aliento.
Tus caníbales dientes repetían:
"Amor"
mientras me devoraban.

Amabas mi inocencia sorprendida,
el temblor de mi carne de rosa encendida
que abriste dulcemente con tus labios,
y algunos brillos de mi inteligencia.

Cuando le puse el punto final a nuestra historia,
porque ya no era nuestra solamente
-había entre los dos una montaña
de ramas de canela como sexos
y el canto de mujeres todavía no amadas
que en las cercanías del sueño oyen los hombres-
sé que echabas de menos mi ternura.
Y que fuiste sincero cuantas veces pediste
que te abriera la puerta, llorando como un niño,
siempre que permitiera que salieras
a buscar el vellocino de oro cada noche.


(Del libro "Cuaderno del delirio").

jueves, 26 de mayo de 2011

NO ME PREGUNTES

Nunca sabré quien fui,
porque anduve perdida muchos años
persiguiendo tu sombra indescifrable
en noches pavorosas de negrura,
sin luna, farolas ni luciérnagas.

Despertaba a la orilla de mañanas
cada vez más remotas,
escasas y con la luz trufada de la tarde,
y me ponía en pie, pese al cansancio,
e iba tras la silvestre música de tu nombre.

Aferrada al ansia de encontrarte,
para andar más ligera me quité los zapatos,
me desvestí las ropas que acortaban mis pasos,
vacié los huesos de la médula
y me olvidé la vida en cualquier parte.

miércoles, 18 de mayo de 2011

SÓLO SOPLO Y TEMBLOR

Una noche, de forma inesperada,
al regresar del cine, la vejez,
que acechaba mis pasos con paciencia,
salió de entre las lanzas del domingo,
vestida de crespón y perfumada
a ungüento de desdicha;
me miró frente a frente y me cortó la risa
lo mismo que una bala entre los ojos.
No sangré por la herida imaginaria
ni me desvanecí impresionada.
De hecho, no ocurrió nada
ni sentí dolor en parte alguna de mi cuerpo,
sólo fue una ráfaga, un soplo y un temblor,
pero al mirarme en un escaparate
vi que ya no era yo la que miraba
sino una desvaída y triste anciana.

Madrid, 18/5/2011

jueves, 12 de mayo de 2011

MUERTE EN TUS PESTAÑAS

Inmóvil totalmente,
cual aprendiz de muerto,
con torcidos arbustos sobre el pecho
como manos cruzadas,
y los ojos abiertos
a un remoto paisaje del pasado;
entre sueños de luz entrecortada,
devano lentamente
el pálido cadáver
de la dulce muchacha que fui un día
y se negó a vivir si tú no estabas.

(Verano del 2010)

lunes, 25 de abril de 2011

SUEÑO

La mañana rescata, avariciosa,
sus principios de luz; el último lucero
se escondió tras la cúpula celeste
y ya se ha disipado tiritando.
El sol busca brillantes en el estercolero
con sus dedos larguísimos de nardo
y corona a un pelele la húmeda cabellera
de oros que no cotizan.

Entre los desperdicios
y los innobles plásticos chillones,
un muchacho naufraga entre temblores
en un lívido mar de blanca espuma
y glaciares remotos que le hielan la sangre,
troquelada de agujas infernales;
cárcel íntima y negra -donde entró voluntario-,
creada de borrones y delirios.

Mientras, en la abstinencia de su cuarto de pobre
con un espejo roto,
carcomido de no mirarla nunca,
su madre, color de harina y sin hombre,
sueña feliz, guiada por un ángel piadoso,
que le lleva al colegio de la mano
por un dulce sendero de jazmines,
donde cantan los mirlos el himno de la vida.

lunes, 11 de abril de 2011

LA FIESTA HA TERMINADO

El tiempo se ha dormido entre las rocas,
y los dioses antiguos regresan del Olimpo
a coronar mi juventud perdida,
mientras yo me desplomo de ceniza
como un cigarro ardido en la mesilla.
Sobre la arena de la playa quedan,
suaves y enmudecidas,
las huellas de los pasos de ida de un suicida.
La fiesta ha terminado.

¡Vuelve, luz cegadora del verano!,
noches de vino y besos, faroles amarillos,
risas como relámpagos, confeti,
lechos de ardiente espuma donde vela Afrodita.
Santuario de fuego de la vida,
¡espera!, quiero ser tu parásito.

(Del libro Terrenal y marina)

domingo, 3 de abril de 2011

DE SAL Y CARACOLAS

De sal y caracolas
es la esencia del cuerpo
que arrastro del hospital
al sol de la mañana.
Salobre y frío fruto
amasado de llanto
y un puñado de tierra de Castilla,
al que el mar dora, mima
y alimenta de sueños.

Terrenal y marina es mi sustancia,
aunque la madre tierra, atormentada,
acosada por fieras alimañas
y demonios oscuros que alimenta
con la sangre caliente de sus hijos,
me reclame exigente su materia..

(Del libro "Terrenal y marina")

jueves, 24 de marzo de 2011

NINGUNO

A Nessuno, mi amante de una noche
de lluvia, en la que fuimos dueños de Roma.

Ya no recuerdo si he amado alguna vez,
pero me gusta, a la deriva del crepúsculo,
jugar a enamorarme de ninguno.
Perseguir a ninguno por las calles,
rastreando su aroma de grappa en las hombreras,
hasta perderlo en brazos de la noche,
extenuada. Y volver a empezar
otro día cualquiera, siempre sin rumbo fijo.

Imaginarle rostros y sonrisas,
extravagancias y discursos raros.
Convertirlo en cosaco o ballenero,
y de lord transformarlo en vagabundo.
Besarme con ninguno por el Tiber,
y llena ya la boca de burbujas y néctar
hundirme en su alegría, y reír locamente
hasta romper los puentes, las vidrieras
y el silencio de piedra de San Pedro.

Caminar con ninguno entre las ruinas
espantando a los gatos y a los adormilados
policías que vigilan la noche,
mientras la ronca voz del viento silba
la Júpiter en las copas de plata
de los pinos romanos, y la lluvia
se sigue desangrando, desmayada.
De súbito, me gusta morir matando el día,
porque sí, y juego a enamorarme de ninguno
para burlar la soledad y poner
con ninguno los cuernos al vacío.

(Del libro El don desapacible)

martes, 15 de marzo de 2011

LEONOR

Niña de luto y de melancolía,
permaneces tercamente a la sombra.
Perdida en un rincón tu tierna imagen,
tranlúcida y sin ser, como la talla
de una virgen adquirida en la feria,
tras la recia figura del poeta,
sin apenas rozar el polvo sutilísimo
con las puntas de rosa de tus dedos.
Flor de nieve fijada a los cristales,
presa tras los barrotes de la lluvia,
te diluyes con la canción del agua.
Mientras bordas praderas soleadas
en tu diminuto bastidor de colegiala,
tus suspiros levantan jazmines en el aire
como frágiles torres perfumadas.
¡Ay!, pobre pajarillo de trinos silenciados
y anónimos gorjeos, elevado
de humilde eco a ser el propio canto.
Él te amo desesperadamente, contra el tiempo
que nunca os fue propicio,
espiando las flores de tu sangre
que la parca bordaba en su atroz lienzo;
asomado a las sombras de tus ojos,
bebiéndose tu muerte, ultimo trago.
¿Cómo no amar tu luz de aurora intacta,
tu perfección geométrica de nieve en la camelia,
tus suspiros de alas azuladas?
Él te amo, Leonor, y tú ¿le amabas?

(Del libro Terrenal y marina)

miércoles, 9 de marzo de 2011

¡OH MAR HERMAFRODITA!

¡Oh mar hermafrodita,
padre y madre del mundo!
Ombligo, centro exacto de todo lo creado,
que atesora la vida.
Mar viejo, acuchillado, lleno de labios rojos
que se desangran dulce, lentamente.
Obstinado, marea tras marea,
te lames las heridas,
te creas y recreas a ti mismo
de tu sustancia azul y tus fluidos,
esperma generoso, inagotable.
Y vuelves a nacer de tu útero de madre,
sin consumirte nunca ni acabarte.
Mar macho, pendenciero, de navaja de hielo
y tempestades,
cabalgado por monstruos submarinos
y doradas sirenas amazonas.
Suma de la belleza, mar dulce y maternal,
de redondas caderas
y vientre profundísimo de anémonas
preñado de innumerables frutos,
junto a su criatura, el mar recién nacido.
Mar abundante y libre, femenino,
que desafía al cielo con su cuerpo desnudo,
tendida al sol, sin miedo,
su hermosa piel azul,
desde un extremo al otro del planeta.

(Del libro Terrenal y marina)

miércoles, 2 de marzo de 2011

POEMA NÚM. 18

Estoy aquí, caída en la tierra y la hora de los hombres,
cuando se siente desolado a Dios,
sin un pájaro de esperanza en las manos.
Estoy aquí sintiendo mi vida piedra a piedra,
y la muerte como extraño bautismo de silencio.
Muerte, tierra definitiva, madre
que aguarda al hijo atenta.
Pobre hombre, pobre Dios, ¿en esta hora
quién juega con nosotros
y nos hace sentir cual nacidos extraños en tristeza?
Hay que inventar un río
o escuchar por sorpresa la risa de un niño forastero,
al que se inventa la mirada azul,
para pisar de nuevo nuestra tierra.

(De "El primer mensaje",1959)

sábado, 19 de febrero de 2011

ESTADO DE GRACIA

Últimamente -casi da pudor confesarlo-,
me suceden cosas extraordinarias,
como si no tuviera ya epidermis y la luz,
que alberga el cuerpo humano detrás de su envoltorio,
se me trasparentara cual candil tembloroso
o anduviera con el corazón entre las manos.
Un mirlo me visita cada día,
porque le recompuse un ala herida
con mercromina y un esparadrapo.
Se que es raro y difícil de creer, pero os juro
que he visto un gran yate de lujo, atracado
-con sus luces de feria- en mi jardín,
que pese a su modestia contiene el paraíso,
amén del mar cual lámina de fondo.
Magia pura, creedme, que mantengo
en el telar sin nubes de mis ojos.
Y eso apenas es nada:
el encargado negro de la cafetería
de una gran superficie, a la que no voy nunca,
a sabiendas de que no tengo un euro,
-le digo con franqueza que olvidé la cartera-
me sirve el desayuno de una reina,
y sus ojos, dos joyas de basalto, me besan.
Un niño -también desconocido y espontáneo-
con las manos de seda y los rizos de lana,
se empecina en que pruebe su helado
hasta por las orejas, si me aparto.
Una vecina inglesa, sólo por defenderme,
ha hablado por vez primera en español;
casi lloro -no de pena, mi inglés es aún peor-
por su esfuerzo que suena a violín cercano.
Como si hubiera entrado en estado de gracia
los jóvenes me aplauden y me miman,
aunque estoy torpe y vieja como una tortuga.
Pero cada semana, últimamente,
se me ofrece un prodigio,
quizá porque aún conservo la inocencia
que un día me condujo al matadero.

(Verano de 2010)

domingo, 13 de febrero de 2011

SOSPECHA

Siento que me abandona, que me huye,
cada día la encuentro más distante, más fría,
Ya nunca me sonríe ni me dice que me ama;
se oculta en el periódico y me ignora.
Y cuando le pregunto ¿qué te pasa?,
responde distraida que no es nada,
pero ya no me asalta en los rincones
ni me enciende la piel con sus caricias.
Las noches son de escarcha sin su abrazo
-dormimos hace tiempo en camas separadas-.
Y recelosa me ha dado por pensar
si será que la vida se me escapa.

sábado, 5 de febrero de 2011

PERSEIDAS

Palabras como lluvia de perseidas
que salen de tus labios de malva tiritando,
como velas de un barco en la tormenta.
Palabras que no cantan sus preces a la luna
ni lloran por el sol perdido en el invierno,
tampoco acusan a los asesinos
que les están matando desde lejos.
Palabras inocentes, en idioma extranjero,
que apenas dicen nada que nosotros
-los que comemos tres veces al día-
desorejados podamos comprender.
Pero que son tan dulces y tan tristes
como lo son tus ojos inundados de llanto
donde las moscas acuden a beber.

viernes, 28 de enero de 2011

ATRACCIÓN

Ángel cautivador de largas alas,
desplegadas sobre el dios de tu cuerpo,
marfil duro ceñido al esqueleto.
Garras de grifo y dientes de leopardo,
piel ardiente y sedosa
tal la arena dorada del desierto,
y de sabia serpiente en la cintura.
Negra es tu mirada,
profunda e insondable cual lo es el abismo,
helada como la cima de una cordillera,
y tus ojos cartílagos de sepia.
Tu corazón...
¿Cómo es tu corazón?, si es que lo tienes.

miércoles, 19 de enero de 2011

RECUERDO PACIENTE

En los años primeros de la infancia
todo era sombrío; ante los ojos tengo
un charco de la calle que nunca se secaba.
Cual bandada de ángeles oscuros,
de una estética infame: las cabezas rapadas
y ellos desharrapados en sus jerseys de borra,
pasaban los chiquillos con sus latas de asa
y una sonrisa de éxtasis en sus caras de barro
para ir a comer al Auxilio Social.

¡Cómo les envidiaba aquel juego con premio
asegurado!, prohibido para mí.
Carmen me trajo un día un trocito de queso
amarillo y reseco, escondido en la manga
tal tesoro de la amistad eterna,
que a mí me supo a gloria.

Las mañanas tenían un velo desolado
que anunciaba a los bárbaros, que entraban
en el barrio con la pistola al cinto
y su ferocidad de dinosaurios.
A los niños que fuimos
todo nos fue imposible en los años aquellos:
las jirafas, los dioses, la alegría,
y mis ojos perdieron la inocencia.
Ojos sucios de horror acumulado
en las calles, las cárceles, las tapias,
de mirar a los muertos cara a cara.

miércoles, 12 de enero de 2011

VERSOS DE DOBLE FILO

Escribo con cuchillo -escondido en el puño,
en la inocente lengua, en la sesera-,
hurgando sin piedad en mis entrañas,
como el preso que graba, con la sangre
de sus venas abiertas como juncos,
su obsesión en los muros de la celda,
palabras deformadas que me explican.
Mi corazón conserva un nido de reptiles
que me liban la sangre y la ternura,
y me dejan exangüe, casi muerta.
Con su afilada punta recupero
los restos del naufragio que reflotan,
arranco a la memoria los jirones del miedo
que obstinado me llega de otro tiempo.
Para limpiar el pus de heridas no cerradas
dibujo diestros signos, tajos en carne viva,
no aptos para los ojos de mi niña;
versos de doble filo, igual que labios negros.
¡Qué dilema!, si escribo llora ella,
si no lo hago me muero,
porque ya sólo escribo para seguir viviendo.

martes, 4 de enero de 2011

A TODOS LOS QUE AMO

A vosotros, a todos los que amo,
alzo mis ojos calcinados de sol,
de belleza y palabras deslumbrantes,
en los que ahora se asoma la nada del abismo,
y mirais a otro lado
donde la luz radiante de la vida se posa.
Os miro con el ansia
de quien mira en el último momento
para grabar la luz en las cenizas,
y no me veis miraros.

¡Miradme, por favor!, porque la bestia
que devora con incontables dientes
de voraz cocodrilo
ya alcanza los enjambres alados del cerebro,
y no podré oponerle resistencia.

Me refiero a vosotros, los más míos,
cómplices de mis risas y mis sueños.
Os llamo con los nombres cifrados en la seda
del corazón en llamas, ay, del amor
que un día de plenitud y dicha nos tuvimos,
y no me respondéis, ensordecidos
por el clamor en fuga del presente.
Tiendo mi mano garfio, de náufrago que se hunde,
para asirme al sostén de vuestra mano,
y solo toco nada, helada sombra.
Inútilmente, os llamo con los labios
cuarteados por los besos que nos dimos,
sumergida de siglos en el silecio insomne
que me absorbe implacable,
en esta triste noche donde os pierdo con todo.