Estoy aquí, caída en la tierra y la hora de los hombres,
cuando se siente desolado a Dios,
sin un pájaro de esperanza en las manos.
Estoy aquí sintiendo mi vida piedra a piedra,
y la muerte como extraño bautismo de silencio.
Muerte, tierra definitiva, madre
que aguarda al hijo atenta.
Pobre hombre, pobre Dios, ¿en esta hora
quién juega con nosotros
y nos hace sentir cual nacidos extraños en tristeza?
Hay que inventar un río
o escuchar por sorpresa la risa de un niño forastero,
al que se inventa la mirada azul,
para pisar de nuevo nuestra tierra.
(De "El primer mensaje",1959)
miércoles, 2 de marzo de 2011
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Querida Elvira,
ResponderEliminarAcabo de llegar a casa en un día más que azul te leo y le doy la razón a tu querida Paloma, los poemas te encuentran y este hoy tras más de cinco décadas me ha encontrado, en este preciso instante y me estremezco de nuevo con tus versos increíblemente premonitorios.
Te abrazo y corro a intentar "inventar un río"
Besos
Luisa
Elvira, siempre es un placer leerte y también descubrir coincidencias más allá del tiempo y la geografía. Acabo de publicar en mi blog un poema escrito hace muchos años, donde mis versos y los tuyos se acercan, se tocan y luego siguen su danza en los poemas respectivos, es fascinante. Estoy de acuerdo con Luisa al resaltar el verso: "Hay que inventar un río"...para mí el río es el Poema, ese poema único, ese río en el que nos bañamos todos los poetas y que por suerte, aunque lo parece, no es el mismo. El Oscuro ahí para que hagamos memoria. Un abrazo, amiga.
ResponderEliminarUn grandioso poema, que auque pueda parecer derrotista, o resignado, yo lo leo como un grito esperanzado. Sucumbamos a la corriente, la poesía nos lleva y nos salva.
ResponderEliminarTe abrazo grande
...Y es que a veces el silencio suena a campanas de duelo. Sólo la risa de un niño, el recuerdo de nuestra propia risa que nació para combatir la tristeza, puede devolvernos al mundo de los vivos.
ResponderEliminarMaravilloso poema. ¿Por qué será que los poemas no tienen edad?
Un abrazo con mis dos brazos.
Un poema que hoy se me hace real, lo hago mío, me apropio de él, como de las piedras que últimamente siento tan mías. Pero quiero hablar de tu poesía, si no ponías la referencia al año del poemario, pasaría tranquilamente como un poema contemporáneo, y eso sucede con la poesía buena de verdad, se hace actual a pesar de la distancia en el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte para ti, querida Elvira.
Leo
Hay poemas en los que no se nota que haya pasado el tiempo. Este poema puede perfectamente pasar por estar escrito hace unos días.
ResponderEliminarMuy bonito, Elvira.
Éste es el nº 18. ¿para cuando los 17 restantes? Venga, no te hagas la remolona, anda.
Un abrazo.
Querida Elvira,
ResponderEliminarla esperanza siempre está
en nuestras manos
y aún sabiendo que
que el río de la vida
lo saltamos piedra a piedra,
debemos inventarnos
un azul en la mirada.
Por cada repaso que hago
a tus poemas
siempre hallo algo
que me fascina,
gracias por ello.
Un abrazo muy grande
Es verdad, como el mejor vino reserva, a medida que el tiempo pasa, los poemas se adensan, se hacen más sólidos, menos inamovibles, y se presentan a miradas nuevas como si fueran contemporáneos.
ResponderEliminarEspecialmente en esta noche, me impresiona ese desolado Dios. ¿Cómo será la noche, si hasta Dios está desolado...?
Estremecedor...
Describes una realidad que a todos nos toca, a todos nos alcanza, y lo haces con las palabras precisas, sin amortiguar el golpe pero, sin hacer saltar la sangre.
ResponderEliminarEs verdad, ahí estamos, pero hay que inventar como dices, hay que teñir espacios con colores infantiles y dejar que la esperanza nos inunde.
Vivir.
Un saludo.
"Inventarse miradas azules para escuchar la risa de un niño", después de más de cincuenta años, resume la más honda belleza de estos versos.
ResponderEliminarAdmirable, Elvira.
Un abrazo.
Querida Elvira, ¡cuanta expresididad! para transmitir sensaciones.
ResponderEliminar" Sintiendo mi vida piedra a piedra" ¡que maravilloso verso!, de esos que no se van más de la cabeza, como aquel de Neruda que decía: "...cuando se me caía el alma y me ahogaba", dos geniales poetas expresando un mismo sentimiento, cada cuál con su genial impronta y no quiero leer que me digas que no te puedo comparar con Neruda, si puedo, me gusta tanto tu poesía como la de el, a veces incluso más la tuya. El poeta no tiene medida ni límites, tiene genialidades o profundos vacios, cuando no momentos de mediocridad, esos que terminan en el cesto de papeles inútiles, seguramente tu papelera ha de ser del tamaño de un dedal de costura.
Gracias por brindarnos este espacio de conmociones emocionales y de alto aprendizaje.
Recibe todo mi afecto si es cabe, en este cálido abrazo que te dejo.
Un poema intemporal, con absoluta vigencia en el día de hoy. Y que en el día de hoy me traspasa. Siempre está presente la muerte para hacernos sentir cual nacidos extraños en tristeza.
ResponderEliminarTe veo luego, Elvira.
Dan ganas de vivir con tus letras.
ResponderEliminarGracias y un beso,
Elvira:
ResponderEliminarSi no escribieras como escribes, si no fueras capaz de arrancar un gesto, si no pudieras decir "caída en la tierra y la hora de los hombres" no serías Maga. Tenemos la suerte de que escribes como escribes, de que arrancas todos los posibles gestos y de decir lo que sientes.
Gracias, amiga.
"...sin un pájaro de esperanza en las manos.
ResponderEliminarEstoy aquí sintiendo mi vida piedra a piedra,
y la muerte como extraño bautismo de silencio."
Te desdoblas, te desangras, te entregas, te desbordas aquí como mujer y como poeta. Sólo es posible guardar silencio e inclinar la frente, en señal de respeto ante tanta y tan augusta majestad de espíritu.