Nunca estuve enganchada a la droga del odio.
Cuando pisoteaba las flores de mi huerto
y rompía la mesa que le esperaba puesta,
no recurría yo, por liberarme
de la atroz impotencia, a la droga del odio.
Solamente lloraba.
No le odié por abrasar con ácido
la seda de mis muslos y dejarlos marchitos.
Ni siquiera cuando tenía hambre
y él me daba los frutos de su vino,
amargos y morados,
corría yo a inyectarme el odio en vena.
Odio las drogas duras.
Por raro que parezca, no le odiaba
por cercenar mi risa de muchacha
y grabar a cuchillo el miedo entre mis ojos.
Y cuando al póker se jugó mi suerte,
a cambio del cangrejo dorado que una mujer
llevaba en el ombligo, no era odio
lo que me goteaba amargo por los labios:
era mi corazón hecho pedazos.
Le maté por azar, en un impulso
ciego y desnudo de cólera,
una necesidad de liberarme
y respirar al fin, que me nació de súbito
mientras él me asfixiaba con sus manos.
Pero nunca le odie, sólo le amaba.
(Del libro "Terrenal y marina")
miércoles, 9 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Este poema es el testimonio de una mujer amorosa, compasiva y valiente; que a pesar del gran dolor infringido por la persona que ama, no odiaba, pero fue capaz de matar.
ResponderEliminarSoberbio, me ha encantado. Enhorabuena Elvira.
Hasta pronto.
Un abrazo.
Cuando se ama nunca es posible el odio, no tiene cabida. Nos podrán causar heridas, grandes sufrimientos, desazón en el alma, pero nunca el odio infecta el cariño, es indemne a su latigazo...Bello como ya me has acostumbrado.
ResponderEliminarMis cariños y respetos.
Libre te quiero, libre, por amor. Un poema memorable. Encantado de llegar a tus letras. Nos volvemos a ver.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Querida Elvira cuando el amor es verdadero no tiene cavida el odio, tal ves se llene de tristezas pero eso con el tiempo pasa y queda el amor en el recuerdo.
ResponderEliminarElvira escribes maravilloso siempre es un placer leerte.
besitos para ti
Espléndidamente dicho. Me has emocionado. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarTodos tenemos miedo a que aparezca ese cangrejo dorado.
ResponderEliminarMuy bien expuesto, Elvira.
Un abrazo.
Querida Elvira en éste llevo ventaja, casi lo podría recitar de memoria, he leído Terrenal y Marina varias veces.
ResponderEliminarEs demoledor y tremendo, cada vez que lo leo en voz alta me recorre por dentro.
Mi cariño.
Versos que se corporizan, transmitiendose unos a otros el testimonio de manos del amor al odio.
ResponderEliminarUn magnífico poema del que uno no puedo menos que salir impactado.
Felicitaciones Elvira, disfruto con cada publicación.
Un afectuoso abrazo.
Elvira, la dureza de este poema contrasta con el amor que suspira la protagonista. Amor y odio son incompatibles; dolor y amor no.
ResponderEliminarUna vez más me dejas encandilado. Gracias por hacerme sentir.
Un beso y un fuerte abrazo.
Elvira:
ResponderEliminar"Terrenal y Marina", gran super de la droga al que necesitas ir jornada a jornada para fumarte un verso, tomarte una sustancia que bien podría denominarse éxtasis o inyectarte la dura realidad de tanto sentido, dulce cuando has consumido la "droga" que hoy nos presentas o cuando terminas de cerrar la página 55.
Levanto mi dedo corazón al que indica la maldad de los estupefacientes en verso...
Elvira, te descubro como bloguera gracias a Paloma Corrales y me entusiasma poder disfrutar de tu obra así, de una manera tan cercana; poder dejarte un pellizco, un cariño. Tus poemas me alboratan el alma y eso para mi también como poeta es fundamental.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Querida amiga (así quiero llamarte): lo leo, lo releo y me vuelve a recorrer las venas un no sé qué, un algo tan de ti, que me emociono. Este poema tiene todos tus ingredientes. Me gusta mucho, pero es que me gustan todos (todo lo poco que te he leído, por desgracia, de tu extensa producción), así que no me voy a repetir. Creo que es blanda la droga, pero lo es, leerte. Es adictivo. Menos mal que abriste el blog.
ResponderEliminarUn beso
Pd.-Respetables comentaristas: ¿Alguien podría decirme cómo consiguió "Terrenal y marina"?
Simplemente delicioso.
ResponderEliminarGracias por su generosidad entregándonos estas
bellezas
qué santidad...hay acontecimiento real o verdad de algún tipo...? está muy bien escrito... sólo que se me hace difícil ponerme en el lugar de la voz protagonista...yo le hubiera cortado la picha, como lorena bobbitt...ja, ja, ja...ahora nos reímos, pero algunas de nuestra quinta sabemos lo que es pasarlo mal...
ResponderEliminarQuerida Elvira:
ResponderEliminarSerá que tengo todavía a la Gioconda metida dentro de mis huesos, y que el amor a veces se funde con el dolor, y resulta una droga mucho más dura que el odio, que bien podría llamarse amor elevado a su máximo exponente, o qué sé yo... Sólo sé que tu poema me empuja a publicar de nuevo un poema que nace justo antes de leerte. Con tu permiso y el de Leonardo, me apodero por un momento de la sonrisa de la Gioconda.
Un beso.
Una sorpresa de poema. Terrible pero seguramente muy real en algunas almas. La peligrosidad de la candidez. Así somos todos un poco...
ResponderEliminarCreo que te lo han dicho todo ya en los demás comentarios, es increíble como tus palabras
ResponderEliminarse meten en mí como una droga, no me canso de leerte una y otra vez, es admirable tu exposición.
Un poema muy realista, por lástima para muchas personas que conviven con ella.
Pero tu sabes darle esa pasión que pones en ellos.
Gracias por compartirlo, Un beso Elvira
Conocía tu obra, y ahora, gracias a jose Zúñiga encuentro tu blog, admirada poeta. Gracias por la palabra que aquí ofreces, por tu luz, por tu voz...
ResponderEliminarSólo pasé a dejarte un abrazo fuerte, y a desearte que te mejores (acabo de contestarte en mi blog), ah, y a decirte que no sólo eres una gran poeta también eres una gran, gran mujer.
ResponderEliminar