No me vengas, muchacho, a estas alturas
del espanto ciempiés, a remendarme
los grises agujeros con amores
platónicos, y cantar con palabras de azúcar
mis ojos de basalto, la pulpa de mis labios
ni el lujo de m piel -de orquídea paralítica-,
que no estoy para cantos celestiales.
Sé que soy como soy: fruto de otoño
y de esta cruel tierra de alacranes,
amarga cual la almendra de corazón helado.
Chiquillo, no seas necio:
mis ojos, que ya han visto tantas cosas,
sólo son bolas de barro que ruedan
delante de los pies por el asfalto,
negras de hollín y grasa de los coches;
mis labios ya no son de pulpa fresca,
sino secos y ácidos, y en mi piel,
fuego y satén en noches pródigas en victorias,
la escarcha de la muerte va extendiendo
su sombra codiciosa. Se prudente
antes de echar tus redes en mi noche,
pavorosa alimaña de afilados colmillos,
que podría seguirte la corriente
y liarme contigo la manta a la cabeza.
No pretendas descubrirme Venecia,
criatura. Yo he danzado desnuda
en la Plaza de San Marcos, borracha
de amor y de champán con Casanova.
De vigilia en París y estricto ayuno,
me doctoré en la ciencia de la vida
discutiendo en los cafés
con todos los malditos que tú adoras.
Y al grito de libertad me hice mujer, a golpes
siguiendo la costumbre de mi casta,
pero sobreviví a la "paz de Franco".
Fui promesa, escritora, bohemia,
periodista, vanguardia y revolucionaria.
Fíjate si soy vieja.
Por eso, ahora que todavía estás a tiempo;
vete sin volver la cabeza. Huye,
no me tientes con tu juego a deshora,
que te advierto que soy de fruto amargo
y corazón helado por un fatal granizo.
No te fíes del engañoso brillo
de la cáscara, ni del relámpago
de húmedo hollín en mis ojos de barro.
Sálvate de mis trucos de mujer sola y triste,
no caigas en la trampa sutil que el miedo borda,
trémula y refulgente pedrería,
como teje la araña su tela prodigiosa
para atrapar la mosca y devorarla.
(Del libro "El don desapacible")
miércoles, 2 de junio de 2010
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No, me quedo contigo. Me quedo en silencio pues no sé qué decir. Una montaña de maravillas ha enterrado mi lengua.
ResponderEliminarUn beso señora.
Maravilloso, maravilloso, maravilloso.
ResponderEliminarExelente elección!
ResponderEliminarUna poesía de altura. Cuesta comentar, simplemente decir que lo he leido y releido y parece que pasa toda un vida por los versos.
ResponderEliminarUn auténtico placer.
Esto es un verdadero lujo. Me faltan palabras... gracias, gracias y más gracias. Espléndido y más. Abrazo azul.
ResponderEliminarBella forma de expresar con inteligencia e ironía el enfrentamiento de la sabiduría y la experiencia contra el arrojo de la inexperiencia y la juventud. Tu poema contiene pinceladas de una vida llenas de sutiles y elegantes metáforas, tiene fuerza, cadencia, tiene –cómo no- arte y te sumerge en lo más profundo de la esencia.
ResponderEliminarExtraordinario y exquisito.
Un abrazo largo envuelto en cariño y agradecimiento.
Ps. Sólo puedo rendirme y admirarte; tú si eres fantástica.
Elvira querida, es un lujo tu blog maravillosas letras que llegan al alma, es un placer leerte.
ResponderEliminarbesitos para ti
Soberbia mujer, simplemente soberbia, cada estrofa la devoré con deleite y gozo.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Un poema excelente. Me ha sosegado el corazón venir este ratito a leer a tu casa; ha sido tan fácil meterme en tus letras...
ResponderEliminarUn abrazo.
Me pongo en pie,,,,,y aplaudo,
ResponderEliminarsoberbio.
Un abrazo
Exquisito poema!!!
ResponderEliminarDesnudo, cruél.
Sabiduría y belleza.
Gracias por esta lección magistral.
Un abrazo Elvira Daudet.
Qué deliciosa sorpresa al filo de los años. Persiste el espíritu que anima todo eso, que le da vida. Y permanece un hermoso poema que me descubre una voz muy personal. Seguiremos investigando...
ResponderEliminarPortentoso descubrimiento de los matices de la personalidad de una mujer madura, plena de experiencia. ¡Qué lucha entre el desistimiento, aunque razonado, y las ganas de volver a vivir los años vitales e intensos, de amor y fantasía! ¡Qué modo de autoengañarse con razonamientos estériles, cuando lo que realmente se necesita a esa edad es un resurgir, aunque sea breve y nunca bien comprendido. Es necesario vencer al tiempo y a la distancia, sin excusas, sin timidez. Sólo entonces, en nuestra soledad interior, nos compensará el esfuerzo realizado y ese esfuerzo íntimo se traducirá al exterior, aportándonos una nueva imagen, que será apreciada por los demás. Un cordial saludo.
ResponderEliminarSubbíme poema, que como observó mi querido amigo José Antonio, parece que transcurriese una vida a traves de sus versos, como una especie de breve biografía poética.
ResponderEliminarMe deslumbras con tu forma de escribir , Elvira, es muy inspirador y placentero leerte.
Recibe un cordial y afectuoso abrazo.
Amiga Elvira, comentar no es mi fuerte, sólo puedo decirte que tu poema me arrastra al asombro, me haces cómplice, mi mundo interior comulga con él y lo hace propio. Eso es magia.Tiene mucha fuerza este poema, me seduce, sobre todo porque yo también estoy "a estas alturas del espanto ciempiés". Aprovecho para darte las gracias por seguir mi blog y estimularme con tu comentario. Un abrazo.
ResponderEliminarDesde que escuché estos versos, uno a uno en Libertad ocho, he deseado poder volver a leerlos. Quizá porque se fueron colando por la esquina de mi espejo, por la añoranza de creer que el amor sigue siendo posible bajo cualquier superficie, por la certeza de saber que ya no es una, una chiquilla,o por tantas alegrías postergadas que ningun chiquillo pueda ya consumarlas. O quizá fuera el tono de tu voz experta y generosa, cómplice del tiempo ido y venidero. O porque son estos los versos de una gran poeta que se cuelan en el corazón de todos. Este es un espacio inmejorable para ello que nos permitirá además poder leer otros muchos. Me alegra que lo hayas abierto.
ResponderEliminarLa Gioconda me fascinó casi con la misma fascinación que Soledad sentía por Christian Diakonov...Y no desvelo más que puede que alguien no lo haya leído todavía.
Ha sido un placer descubrirte.
Un abrazo.
Con tu permiso, te agrego a "mis otros mundos".
Un poema adorable, como la poeta. Versos frescos, pícaros y profundos. Sí que hay la nostalgia, la vista atrás, pero desborda también el resplandor de un fuego interno. Hay mucha vida y pasión en esas palabras.
ResponderEliminarBesos.
Con un lenguaje maravilloso nos das una lección de vida arácnida, o sea, vida impura, que se erige sobre la moralidad inmoral de una tierra incluso gobernada por la sutil "paz de Franco;" de una arácnida que tuvo sus tiempos gloriosos e incluso disfrutó de la venrable magia de la Venecia lúdica. Mientras, sutilmente vas tejiendo el espíritu de esa tela, en la que al final caemos o caeremos todos atrapados, disfrutemos de la vida o tengamos una existencia breve y precoz.
ResponderEliminarUna verdadera genialidad, Elvira.
Un abrazo.
No había comentado esta entrada, creí que sí. Después de lo hablado, qué voy a decirte: cuando la oí en tu ya podríamos decir "histórico" recital del Libertad 8 (creo que fue hacia el final) me pareció fantástico para liberar tanta emotividad acumulada. Ahora me parece simplemente fantástico, sin más. Cuánta sutileza, cuánta vida, cuánta elegancia.
ResponderEliminar¿Cuánta poesía escondes?
No es que seas un sol: eres el SOL.
ResponderEliminar¡¡¡GRACIAS!!!
Ps. No te preocupes, no voy encorsetarme, no podría, seguiré volando libre.
anda, pillina...bien que nos gusta sentirnos deseadas...y más si es un muchacho el que nos pretende...no lo niegues...escribir este poema debió de ser como comerse una tableta de chocolate...ese sustituto del sexo...algo que nos reafirma en la idea de que aún estamos en edad de merecer...
ResponderEliminarImpresionante!
ResponderEliminarY con ganas de verte de nuevo!
Besos
N