Te recuerdo como eras en aquel otoño.
Vegetal desgajado por el rayo,
humedecida tu corteza morena.
Yo aprendía, a la vez, la geografía del varón
y a lavar tus camisas.
La espuma se quedaba detenida en mis manos,
mientras mis ojos estrenaban atónitos tu imagen
borrando toda huella ajena a ti.
Y recuerdo el deseo, escupiéndonos
como un volcán su lava.
La fiebre de tus manos, tomando posesión
de aquella torpe isla sorprendida
-de la feria me queda el cuerpo calcinado-
Y recuerdo el bocado de tus ojos,
antes de agonizar en cada asalto.
Y me recuerdo, recién nacida entre tus brazos,
con un sabor a algas maceradas en llanto
-sabor a virgen rota decía yo riendo-.
La tarde olía a sangre y almidón
y yo iba en el metro, por primera vez sola,
desgajada de ti.
Aquel día me vestí una tristeza nueva.
Y recuerdo los árboles, llorando sobre mí
el confeti amarillo de sus ojos.
Y al hombre cojo del acordeón
cantando a los cadáveres del campo de batalla.
Y te recuerdo a ti, y aún me estremezco,
saliendo de la guerra -la dulce guerra nuestra-
moreno y despeinado como el trigo.
Así te guardo, amor,
mío ya para siempre, aunque no quieras.
(Del libro "Crónicas de una tristeza")
martes, 29 de junio de 2010
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ResponderEliminarElvira, tienes la manía de ponerme la piel de gallina con tus versos. De hacerme un nudo en la garganta y sentir fuerte en mi pecho los latidos de mi corazón.
ResponderEliminarGracias. Un beso.
¡Qué poema Elvira! Comienzas a leerlo sin estar preparado y, después de dos versos, su ritmo se ha apoderado de ti, y continúas a leerlo despacio, disfrutando de cada palabra, lentamente, dejándote llevar de las metáforas simplemente rotundas, que te dejan sin respiro.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Leo
Versos que matan, versos que matan de amor.
ResponderEliminarExcelente de nuevo Elvira.
UN abrazo.
Un verdadero lujo el poder disfrutar de tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bellísimo Elvira, el recuerdo que tan magistralmente has llevado al papel. También yo me he estremecido con tu recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
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ResponderEliminarUn recuerdo desgarrando soledad, una nostalgia vaticinando la intemperie y esa forma tuya de enhebrar los versos para que al leerte todos los sentidos estén atentos y la emoción se desborde.
ResponderEliminarQué decirte, mi querida amiga, me siento tan pequeñita cuando te leo que me pregunto cómo tengo la osadía de escribir.
Un abrazo apretao.
Ps. mañana te llamo y charlamos.
Boquiabierta ante tamaña belleza.
ResponderEliminarHoy está un poco asquerosito esto de internet. Se ha borrado el comentario ¡cagoen!
ResponderEliminarTe decía, querida Elvira, ¿qué decir sobre este poema? el silencio, en este caso, lo dice todo. Si vieras mi cara ahora mismo...(cuando lo he leído)
Dos versos ante el resto "con un sabor a algas maceradas en llanto" o/y " Aquel día me vestí una tristeza nueva" y es que ya son poema.
Besitos muchos.
Me gusta, me gusta, me gusta.
Me quedo con ese final rotundo. El único que nos pertenece, el que es sólo de una, porque nadie nos puede arrebatar el recuerdo por mucho tiempo que pase. Y por supuesto me quedo con esas imégenes que lo dibujan poco a poco, el recuerdo, el amor que nos atraviesa y se viste de tristeza como antes de alegría.
ResponderEliminarUn verdadero placer poder aprender de ti y de tus versos.
Un beso y feliz verano.
Una maravilla de poema, Elvira.
ResponderEliminarTus versos tienen una emotividad ineludible y una fluidez y cadencia que no necesitan música que los acompañe.
Un afectuosisimo abrazo.
PD: Si ando algo alejado de los foros y los blogs, es solo cuestión de momento, pués me visita mi única hija que vive en México y hacía 2 años que no veía, por lo cuál, todo mi tiempo y atención lo tiene esta "niña" acaparado ¡ y que bien se siente uno!
Me ha gustado tu blog. Me llevo de mi paso por aqui un alma estremecida al leer este verdadero poema de amor, lleno de espléndidas metáforas y que me deja un olor a melancolía.
ResponderEliminarUn abrazo.