Unos fijan los ojos en la antorcha,
quizá en el terciopelo ebrio de la sangre,
yo en los momentos más dramáticos,
me fijo en los zapatos del herido,
del que llega en patera
cosido a puñaladas por el mar
o del ladrón que huye con el bolso.
En la última tragedia
con que la puta vida nos ha zarandeado
para hacernos conscientes del regalo
que es vivir sin salud
pagando medicinas con las migas
del mal comer,
desahuciados, recortados a cachos,
vi una fotografía en la que unos zapatos
insolentes me buscaban los ojos
para que yo escribiera este epitafio:
murieron con zapatos preparados
para la fiesta grande del patrón
y llegaron confusos al infierno.
Elvira Daudet, julio 2013
Confusos y descalzos...
ResponderEliminarQuerida Elvira,has escrito un gran epitafio.
ResponderEliminar¡Esos zapatos nos dicen tanto en momentos
tan dramáticos!
Un abrazo con toda mi admiración.
Enorme epitafio. Necesario. Hoy es de los días en que no quiero creer en el infierno.
ResponderEliminarQuietos, son el lugar en donde se acumula toda la tristeza. Tus ojos ya lo sabían, no hacía falta tanta muerte, tanta ausencia levantada sobre su vacío.
ResponderEliminarPaco.
Los zapatos sueltos, sin dueño, suelen ser señal de que la muerte anda cerca.Un beso grande.
ResponderEliminarSiempre llaman la atención los zapatos tras un accidente; lo más doloroso es la vida truncada que sigue a continuación.
ResponderEliminarMe uno a tu espléndido epitafio y tu protesta.
Muchos besos, por suerte llenos de esperanza, a pesar de todo.
Para que tú lo escribieras, poeta, como tú sólo alcanzas.
ResponderEliminarBesazo.
En esta dolorosa tragedia no podía faltarnos este epitafio tuyo, desoladoramente hermoso, al que me uno.
ResponderEliminarGracias, Elvira.
Un beso.
Muchos epitafios habrá. Lo
ResponderEliminars pondréis los poetas, artistas o gentes de buen corazón. Será tiempo de muerte y miseria para muchos y de engorde de cerdos insaciables. Descansen en paz,
Enorme poema querida Elvira, querida poeta
ResponderEliminarMil besos
Quería venir a saludarte, querida dama. Leo tu Epitafio, que no es que sea el tuyo, pero tuyo es.
ResponderEliminarY te disfruto de nuevo.
Llegué aquí cruzando laberintos, lugares tan amables como extraños, guiado siempre por el hilo de seda o cañamazo que suele segregar la poesía. El caso es que me demoré gustosamente. Y lo hubiera hecho más, aunque lo aplazo para otra vez con tiempo. Que la haya. Y ojalá que también una ocasión para platicar de Orestes, su verdadera historia, pura curiosidad y cierto aire de familia. Admirado.
ResponderEliminarsentido epitafio
ResponderEliminarlos zapatos... nos narran nos traducen nos interpretan
buena jornada Elvira
abrazos
Una vez, hace como unos 8 años, vi una exposición de zapatos recogidos en la playa en naufragios. Estaban colocados en el suelo de la Biblioteca Alfonso X El Sabio y delante de un poster gigantes en el que se veía el mar embravecido y una patera hundiéndose. Solo eran zapatos de diferentes modelos y colores. Me partió el alma verlos. Saludos
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