Ayer tuve una extraña pesadilla:
soñé que como Ulises regresabas,
rescatado del Hades por Apolo.
El sombrío Caronte te cruzaba
de nuevo la laguna, mas en sentido inverso.
Los ardientes vapores del azufre
te besaban los labios y encendían tu aliento,
librándote del frío riguroso.
Ascendías después hasta la cueva
de Cumas donde tiene su nido la Sibila,
con la cual yacías
a cambio del secreto de la vida.
Y volvías al mundo, donde aún vivo,
con la promesa de quedarte oculto.
Te instalabas en esa rara vecindad virtual,
tan cercana y distante, mandándome mensajes,
ay, cifrados con tus palabras de antes,
que yo iba hilando estremecida.
Hasta que comprendí que habías vuelto
para que te siguiera hasta el Averno.
Elvira Daudet 22-X-2012
Menos mal que la pesadilla
ResponderEliminaraunque deje un regusto amargo
acaba en el despertar.
Con cada poema
nos envías un gran regalo
que agradezco enormemente.
Un cálido abrazo mi admirada poeta.
Y yo espero que no le sigas hasta ese Averno, que te quedes aquí regalándonos tus versos.
ResponderEliminarBesos
Luego dirás que exagero, pero he aprendido que el Averno es ese lugar donde a una la arrastran las sombras que cruzan en sentido inverso para mezclarse con el mundo de los vivos a veces tan virtual como esos mensajes cifrados "con tus palabras de antes...."
ResponderEliminarMe encantó poder abrazarte.
Un beso
ay del instinto de posesión, capaz de aprovechar un mal sueño de cerbero para urdir escapadas nocturnas. ay de no saberme sometido a él. y guárdame de no reconocerme en tus poemas; por la cuenta que me trae.
ResponderEliminarun beso elvira.
¡De eso nada!... al Averno que se vayan los otros, tú allí no pintas nada.
ResponderEliminarNada.
Esa pesadilla no la merece nadie.
te abrazo fuerte ¿vale?
Y yo te mando montones de besos, de esos que tu sabes y que nos hemos dado en vivo y en directo, con todo mi cariño y un gran abrazo de oso para que esa pesadilla no vuelva nunca.
ResponderEliminarDe una que no entiende la poesía pero si entiende de sentimientos ;-)
Sé que no soy original, pero estoy con quienes opinan que nada pintas en el Averno, y que te necesitamos aquí, para seguir aprendiendo de cada verso tuyo, aunque a veces sean una pesadilla.
ResponderEliminarSi yo pudiese volar hasta ti para evitar ese camino hacía el Averno, me armaría de las mejores intenciones en forma de alas y reposaría en tus manos para entre tu talento y mi humilde mano, continuaras escribiendo siempre, dejando que quienes te admiramos, pudiésemos gozar de tu sentimiento en blanco y negro.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
No, querida: tu sueño ha servido para que nos regales un poema de los grandes. Una travesía a tu modo,según tu sueño, como una pequeña Odisea, que en este caso remueve las entrañas. Qué digo en éste! En todos tus poemas, logras una sacudida interior.
ResponderEliminarBesos recientes de ahora mismo. No creo en el Averno!
De pesadillas hilamos la vida, de despertares jugamos con los recuerdos. Después de todo querida maestra, la vida oscila entre ambos extremos.
ResponderEliminarUn beso y un abrazo Elvira.
Un bello poema, como todos los tuyos, derrochando técnica y sensibilidad para transportarnos a los mundos paralelos de la poesía. Un fuerte abrazo desde Canarias.
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ResponderEliminarYa ha pasado, mi admirada Elvira...
ResponderEliminarNo era sólo más que pesadilla.
Pesadilla narrada
por unos buenos versos.
Besos.
Juanjo
Querida Elvira:
ResponderEliminarEsa horrorosa pesadilla se ha convertido, como todo lo que toca tu pluma, en un poema tan hermoso que, una vez pasado el mal sueño, se ha convertido en una lección más de tu grandísima poesía.
Yo, como Isolda, tampoco creo en el averno, salvo como es el caso, para escribir el poema que nos regalas.
Un cariñoso abrazo.
¿Es posible decir con aquel poeta:"otra vez no, piedad, otra vez no"?
ResponderEliminarEl averno está aquí, Elvira. Después de estar en él, solo nos puede esperar el cielo. Las pesadillas son necesarias para recordarnos que aún podemos sonreír porque no son reales...
ResponderEliminarUn abrazo grandote.
No os preocupéis; una pesadilla, por absurda o tenebrosa que sea, es sólo una pesadilla.
ResponderEliminarSi la fijé en un poema fue porque me pareció interesante que coincidieran en ella dos fantasías tan diferentes como el mito del inframundo de los antiguos y el mundo virtual.
Gracias a todos por vuestros cariñosos comentarios. Elvira
¡Joder! con perdón.
ResponderEliminarA tus pies, siempre a tus pies y a los de tus versos. Magníficos.
Besitos, Maga.
Gracias. Qué otra cosa puedo decir.
ResponderEliminarUn beso fuerte
Pues no sé si Ulises o una tropa de duendes virtuales se han empeñado en borrarme el mensaje una y otra vez... y eso que ya voy con el paso cambiado.
ResponderEliminarA mi el averno ese casi que me parece más apetecible, al menos allí las calderas son lo que son, sin más perejiles virtuales... que últimamente la realidad se está emborronando demasiado.
Me ha gustado ese paseo mitológico virtual
Besicos y másss
Dejemos a los Ulises con las Sibilas, yendo y viniendo por la laguna Estigia, retornos virtuales con billete de ida y vuelta... siempre pesadillas¡menos mal!, no hay Apolo que los pueda recatar del Averno de forma permanente, es su medio natural, no les sigas ni en sueños, pero sigue escribiendo así. Tu poema es tan hermoso en su dualidad, y tan original en la contraposición de dos mundos tan lejanos en sus conceptos, y tan bien hilados- con tus palabras- en sus extremos tangentes, con esa maestría tan tuya, que te mando, además de un admirado abrazo, un fuerte aplauso.
ResponderEliminarLa pesadilla - real o imaginada - sólo el pretexto para un poema, otra vez genial.
ResponderEliminarMas besos
Querida Elvira, creo que cada uno de nosotros arrastra su propio Averno. Muchas veces creemos cruzar la laguna, casi sin darnos cuenta que llevamos a cuestas el precipicio que nos separa del inframundo. Tu pesadilla me ha recordado la magistral canción de Silvio Rodríguez, Sueño de una noche de verano, que escucho mientras disfruto de tu lectura...
ResponderEliminar"¿Cuánto de pesadilla
quedará todavía?"
Un abrazo lleno de admiración.