OS AGRADEZCO VUESTRA VISITA Y POSIBLES COMENTARIOS.

SED BIENVENIDOS.

sábado, 9 de junio de 2012

ORIGEN




A los mineros en lucha



Aunque mi signo es de aire, paradójicamente,

vengo de las entrañas mordidas de la tierra,

de la honda caverna descarnada

situada diez pisos más abajo

del reino de las ciegas alimañas,

y el grisú venenoso de la mina;

el polvo del carbón es mi sustancia.



Los hombres que me dieron su apellido

fueron todos mineros desde niños

- ojos enrojecidos, enfermos de tinieblas,

sin pestañas, donde la luz es una cicatriz,

un lejano recuerdo que aún duele en la retina-

y sólo abandonaron la negrura del pozo

para luchar en guerras diferentes,

aunque fueran la misma;

que todas las perdieron es ya historia.

Derrota tras derrota, regresaban

-los que no tuvieron la suerte de morir

en la batalla o luego en la prisión-

más viejos y humillados. O lo hacían sus hijos,

con su orfandad y su derrota a cuestas,

como una herencia amarga, irrevocable.

En aquel agujero vecino del infierno,

despiadado, vivieron su dolorosa infancia,

rebeldes sometidos,

y aprendieron a odiar a los tiranos

antes de que el amor les golpeara.



Por encima pasaron los inviernos,

los veranos, la vida ajena a ellos,

mientras se hacían hombres en la mina,

con un disfraz oscuro que crecía con ellos,

royendo la esperanza de la revolución.

- ¡Qué terquedad en repetir la historia

sin futuro de sus padres,

en vez de hacerse hombres de provecho!,

procurador en cortes o ingeniero

son oficios más limpios y tienen menos riesgo-.

Arriba,

prácticamente a la altura del cielo,

la primavera esmaltaba de verdes la campiña,

las muchachas lavaban en el río

con sus manos de lirio adolescente.

Aunque era imposible mirar hacia lo alto,

ellos lo presentían

en el ciego y preciso calendario

de su desordenado corazón.



Polvo a polvo, eslabón a eslabón

de una larga cadena de dolor y miseria,

huésped de un azaroso viaje,

yo soy el resultado del fracaso obstinado

de una casta de pobres orgullosos de serlo,

su pasado impregna mis tejidos

del mismo zumo acre de la hulla

y los gases letales bullen en mi cerebro.



La sangre que fue suya y ahora me pertenece,

ese río remoto y poderoso

que llegó a mis arterias a través de los siglos,

cuerpo a cuerpo, era negra y esclava

hasta que un día, con la primera luz,

abrió los ojos

y vio la abrumadora, la insoslayable realidad,

antes de derramarse generosa.

Ese caudal de polvo ennegrecido

guerrea en mi interior con otra sangre,

más pulida y brillante, aunque igualmente pobre.

Al fin todos venimos de un viaje milenario

con origen común en las cavernas;

el mismo rey desciende de un primate.



28 comentarios:

  1. Elvira, amiga, admirada poeta: poema doloroso, real, fuerte, hincado en la memoria de la vida. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Precioso Elvira, qué bien describes la dureza de crecer trabajando en una mina, también en mi sangre corre algo de sangre minera y aunque ahora ya todo es historia, de alguna manera te impregna.

    Un abrazo desde mi mar,

    ResponderEliminar
  3. Taladrador poema querida Elvira, remueves las cenizas que nos empeñamos en ignorar y llegas tú con un pozo inagotable y real... real como el común origen de todos...como tú tan bien dices TODOS.

    Suerte la que tenemos todos de tener una poeta como tú tan actual tan incisiva tan sabia.

    Que pensaría aquel primate ...

    Besicos tropocientos mil

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Me parece un bellísimo homenaje a los mineros, ahora que están reivindicano sus derechos, tú, siempre con tu atenta mirada, les dedicas un poema. Qué grande eres.

    Yo no veo dolor, más bien el orgullo de ser, a pesar de hacerlo en la pobreza y con la vida pasándoles por encima. El orgullo de ser y de luchar sin tan siquiera dejarse amedrantar por las derrotas. Ojalá recuperemos esa sangre.

    Qué buena la ironía y a "los hombres de provecho" y qué grande el final. Bravo.

    Besazo.

    ResponderEliminar
  6. Nieto de minero, hijo de quien también lo fue, obrero, aunque ahora ya no trabaje de mis manos, te doy las gracias por estas palabras. Por unas palabras que derraman la sal de la tierra y devuelven el sabor de la lucha y finalmente de la vida. Un tropezón de abrazos.

    ResponderEliminar
  7. Mi admiradísima Elvira, conozco muy bién ese mundo de las minas, porque he vivido toda mi vida en un pueblo minero "Linares" donde se encontraban las minas de plomo más rentables, y hoy día completamente abandonadas.
    En esta ciudad todo el mundo tenía algún familiar trabajando en las minas, y todos veíamos como esos hombres se iban muriendo poco a poco de una terrible enfermedad llamada "Silicosis", cobraban una miseria que apenas les llegaba para mal vivir.
    Por este motivo tu poema me ha llegado al alma. Me he emocionado muchísimo porque me ha hecho recordar aquellos tiempos durísimos, y a aquellos hombres con las miradas más tristes que jamás he vuelto a ver.
    Es la primera vez que te comento en tu blog,aunque siempre te he leído, desde que te descubrí por primera vez en el blog de Paloma.
    No puedo decir que poema tuyo me ha gustado más, porque todos de una manera u otra se han quedado a vivir en mi corazón para siempre.

    Un fuerte abrazo querida poeta y gracias por tanta belleza

    ResponderEliminar
  8. Ya sabes cuánto admiro tu facilidad para definir con versos la realidad tal cual es. No se puede hacer mejor ni más hermoso. Eso sí es contribuir a la causa. Gracias por ese poema lleno de dignidad. Voy a brindar con los mineros. Un beso muy fuerte y hasta muy pronto, querida.

    ResponderEliminar
  9. Se hacían hombre de CORTA vida.
    Este poema, querida Elvira, me ha retorcido las entrañas. No me refiero al poema, al bello poema, me refiero a su temática que, como ya sabes, del minero llevo su recuerdo en mi corazón a cada instante. Me toca la injusticia repetida, el olvido porque si. Parece que nadie sabe, o nadie quiere saber lo que estos hombres/mujeres/familias sufren cada día, cada vez que el ascensor baja a las galerías sin tener la certeza de que en unas horas subirán los mismo hombres que has descendido. NAda está garantizado abajo, nada, ni el pan ni la vida.
    Maga, gracias por recordarnos que el MINERO existe.
    UN beso muy especial para este poema y otro gordo para ti.

    ResponderEliminar
  10. Brutal, con el filo profundo del tajo certero así son tus palabras, Elvira. Yo no he visto esa hondura de sangre en nada comparable.

    "Eres el resultado del fracaso obstinado de uan casta de pobres orgullosos de serlo" y eso, grabado a fuego en tus entrañas, es lo que nos regalan tus palabras (nunca más oportunas).

    Te admiro profundamente.
    Gracias.

    ResponderEliminar
  11. Excelente trabajo Elvira, deudas sociales con quienes aún machacan su vida en la entrañas de la tierra

    te dejo un texto que hace años escribí y que comulga con el tuyo

    Pirquinero del ayer




    En el empedrado destino
    se van acumulando soles y tizones,
    mi cobrizo corazón destella entre sus piritas.

    Este andar ferroso trae en su memoria
    la contundencia de mi pétrea cuna que se quedó
    en las alturas de las montañas azules.

    Hoy mi horizonte añejo
    ve como en cada estrato reposa un sedimento ,
    un ayer que me cubrió de metamórficas esperanzas.

    Hoy en los cristales "acuarzados" de mi voz
    mi canto erosionado se cincela y se desploma
    en migajas de sulfurosa paciencia.

    A tientas por los callejones de la faena
    mi vida que poco valor tuvo
    si en las soledades agrestes, huraña se volvió.

    La justicia tarda por estas sierras
    es más ;
    es mucha la tierra que ensucia su vestido.


    un abrazo y feliz inicio de semana

    ResponderEliminar
  12. Hay poemas que nacen como un grito, que se instalan dentro y crecen con cada verso para remover la conciencia y vivir en cada uno de sus lectores. Hay poemas, como todos los tuyos querida Elvira, que nacen para quedarse para siempre, porque son imprescindibles, porque trascienden el lugar para ser universales.
    Gracias por ser como eres.
    Bravo.
    Un abrazo fuerte con todo mi cariño y todos mis besos.
    Leo

    ResponderEliminar
  13. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  14. Elvira, amiga, no teno palabras para definir la emoción que me embarga después de leer este poema...Imprescindible como dice Leonel.

    Un fuerte abrazo.
    Pepe Gonce

    ResponderEliminar
  15. Yo soy el resultado del fracaso obstinado

    Me parece que ahí está la clave de todo el poema. Ese reconocimiento de la dignidad de la pobreza. La misma dignidad que los mineros continúan poniendo desde hace tantos años, la misma lucha.
    El poema tiene la misma fuerza y, acaso, como el propio mineral, está lleno de aristas. Probablemente muy buscadas por la autora. Trazo firme y poderoso que, además, conduce al lector hacia la búsqueda de la propia dignidad como humano que es, pues en el origen, en la raíz, como bien subrayas con un golpe de ironía genial, hasta "el mismo rey desciende de un primate". Y ahora que hablo de ironía, también me parece que el poema está lleno de ella, una ironía quizá un poco sarcástica: los hijos de minero tenían difícil salir de ese ambiente, pues el dinero no era lo que más abundaba... Y por cierto, hacia ello regresamos, si el rescate no nos ampara.
    La imagen de la luz, como cicatriz, me parece absolutamente genial, todo un hachazo para la mente del lector, como lo puede ser un rayo de sol nada más subir de la mina al exterior.
    El mundo está bien hecho, pero los humanos lo estropeamos generación a generación.

    ResponderEliminar
  16. Elvira, soy un fan de tu palabra, me llega muy adentro porque vistes la emoción de belleza y lo haces desde la dignidad del ser humano. Y esa palabra, dignidad, es la clave como dice Amando. Sentirse digno para no cejar en la lucha.
    Volviendo al poema y volviendo a Amando, coincido en destacar esa imagen de la luz como cicatriz !Genial!
    Siempre es un placer volver a este lugar de poesía, Elvira. Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  17. Los comentaristas anteriores a mi ya han dicho todo. Yo leo y re-leo el poema. Cada vez me emocina mas. Real y potente, como tú. Un lujo para todos disfrutar de tus palabras, tan bien encontradas y tan rotundas. Un placer Elvira.

    ResponderEliminar
  18. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  19. si pudiera, lloraría el polvo negro;
    pero no sé hacerlo.

    un abrazo elvira.
    -y el fraude sin venir-

    ResponderEliminar
  20. No olvidemos, querida dama, que somos hijos de los asesinos y que, probablemente, mañana habrá otros hijos de asesinos.

    Pero nosotros seremos solo parte de sus muertos.

    Necesario poema.

    ResponderEliminar
  21. Hermoso homenaje a esa lucha con nombres y vidas, algunas ya acabadas. El amor que cae de tus versos lo siento igual al de esos hombres que, a pesar del sacrifio que ofrecían a la mina, deseaban volver a su encuentro cada día.

    Impresionante desde el principio hasta el fin mi dulce Dama.

    Un abrazo en este privilegio de leerte.

    ResponderEliminar
  22. Querida Elvira un gran poema homenaje
    a aquellos que mezclan sudor con tinieblas,
    tus palabras remueven por dentro
    y calan en las entrañas.

    "...rebeldes sometidos
    y aprendieron a odiar a los tiranos
    antes de que el amor les golpeara..."

    Un abrazo con toda mi admiración.

    ResponderEliminar
  23. gracias Elvira por tu huella,

    aunque difiero de la calificación que le das de dura a mi propuesta poética , le diría que es una creación con Carácter Original, siendo así, pienso que de a poco andar uno siempre lee muy por encima la obra de otro autor y suele encasillarle. Error que muchos cometemos sin duda, pero que sirve para también conocer como el lector va haciendo sus propios juicios de valor y de visualización.

    Siempre es un gusto volver a leerte por mi rincón

    un abrazo y feliz semana

    ResponderEliminar
  24. Mi abuelo paterno fue un hombre de caverna oscura, de hollín y de picota al hombro. Mi padre sabiendo de su lógico destino, huyó despavorido a la ciudad. No era para él la dureza de la mina, ni el miedo al gas grisú.¡Pobres hombres!, ¡pobres mujeres que les esperan, con un credo en la boca!...
    Aplaudo tu poema, nadie como tú para escribir con dignidad, con seguridad, con maestría, tan bello homenaje a los hombres de casco y pala.
    Mis saludos y admiración.

    ResponderEliminar
  25. No tengo raíces mineras, creo, pero sí desciendo de esos que aprendieron a trabajar, odiar y guerrear antes de que les azotara el amor. Y los recuerdo a cada instante. Porque es necesario que aquellos que conocimos, casi, solo el amor, nos demos cuenta que somos portadores de un testigo que recogerán otros. Todas fueron guerras perdidas, para todos, las únicas que ganamos, y solo unos pocos, son las que nos dieron una buena lección.
    No dejo de maravillarme cuando te leo, de sorprenderme de cuán profundo y sencillo a la vez se puede ser.
    Un fortísimo abrazo, querida Elvira.

    ResponderEliminar
  26. Admirada Elvira, aunque me repita, una vez más nos dejas admirados. vaya poema...
    Nos vemos pronto.
    Besos

    ResponderEliminar
  27. Hay oficios que también son trajes de dentro, el carbón y la oscuridad permanecen al lado del destino del minero que ahonda en el latido de la piedra, casi confundido con ella.

    Que maravilla de poema, Elvira, que bello y gran homenaje¡
    Gracias por su poesía.
    Un abrazo

    Ío

    ResponderEliminar
  28. Ay, Elvira. Qué extraordinaria almapoeta eres...

    Mi abrazo emocionado.

    ResponderEliminar