Inmóvil totalmente,
cual aprendiz de muerto,
con torcidos arbustos sobre el pecho
como manos cruzadas,
y los ojos abiertos
a un remoto paisaje del pasado;
entre sueños de luz entrecortada,
devano lentamente
el pálido cadáver
de la dulce muchacha que fui un día
y se negó a vivir si tú no estabas.
(Verano del 2010)
jueves, 12 de mayo de 2011
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Tan triste como hermoso, bella dama, deja un poso de desvarío y desasosiego que sobrecoge.
ResponderEliminarTe abrazo y te quiero.
Repito lo dicho por Paloma y apunto: En este momento, buscaba cómo escribir, exactamente el mismo sentimiento… Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarQue eficacia tiene tu poesía, tan breve, que parece una foto instantánea del momento, querida Elvira. Es tan triste y tan hermoso!
ResponderEliminarUn abrazo cargado con todo mi carino.
Leo
Elvira, amiga: las fotografías antiguas es mejor guardarlas en un cofre de recuerdos, cerrado con siete llaves. Es mejor recordar como eras en su momento y saludarte, en tu caso, con la alegría de reconocerte, joven, alegre y con futuro, ahora, sin rememorar tristes recuerdos.
ResponderEliminarUn saludo cordial.
¡Qué hermoso poema! Evocador de un tiempo pasado al que nos gusta regresar a los poetas. Con una nostálgica tristeza me llevas de la mano a la "dulce muchacha" que yo también fui.
ResponderEliminarUnos versos de amor triste y recuerdos que son un regalo. Gracias
Maga:
ResponderEliminarComo me gustan estos versos
"con torcidos arbustos sobre el pecho
como manos cruzadas,
y los ojos abiertos
a un remoto paisaje del pasado;
Un besito, guapa.
Tengo a "Laberinto Carnal" en la mesa de lectura desde el día de la boda y ya parece un limón del Caribe, estrujado, exprimido para cada desayuno y, no sé motivo, pero le sigo sacando un jugo diferente en cada lectura. Una verdadera maravilla GRAN POETA.
Hola, Elvira:
ResponderEliminarHay ausencias que matan y amores ausentes que nos cavan la tumba.
Bello y sentido poema.
Abrazos.
!Qué fuerte, Elvira! Esos dos últimos versos dicen mucho.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Querida Elvira,
ResponderEliminarayer te leí y me impactó muchísimo, qué angustia cuando vi que desaparecía el poema de tu blog y ahora renace de nuevo para mi tranquilidad.
Tu poema es de los de leer y quedarte absolutamente sin respiración, inmóvil como empieza tu primer verso para terminar con un gran suspiro.
Besicosss muchos para ti
Cuanto más te leo, más te conozco, y más me conozco a mí misma, y, claro, más me conmuevo.
ResponderEliminarHasta pronto.
Dulce muchacha...!!!
ResponderEliminarOculta en la futura muerte, amando el amor por siempre.
Me encanta.
Un abrazo Elvira.
Aunque el dolor
ResponderEliminarsea tan grande
que no queramos vivir
lo seguiremos haciendo
y tu seguirás
abriendo senderos
de maestría y belleza.
Un abrazo muy fuerte
Ya te lo dije, mi bella dama, aunque blogger se lo tragó; en su brevedad es tan bello como triste y produce una mezcla de desasosiego y desvarío que estremece.
ResponderEliminarBesos y amapolas.
Siento un gran placer, poder leerte y dejarte un abrazo grande, señora de la poesía.
ResponderEliminarEn estos días, espero recibir tu libro que tengo encargado. Ya te comentaré.
Mi querida Elvira, como te escribí hace unos días, la brevedad y tristeza de este poema es directamente proporcional a su intensidad y belleza.
ResponderEliminarGracias por permitirnos leerte. Es un lujo.
Un abrazo gigantesco y mil besos.
Leo
Querida Elvira,
ResponderEliminarSueño con un día en que sea capaz de transmitir lo que siento como tú lo haces. Mientras tanto, escribo con las palabras que tengo y me valgo de las tuyas para describir esas partes de mí a las que no llego con las mías.
Gracias por compartir tus versos y tu tiempo, me siento privilegiada.
Besos,
María Libertad
A la muchacha aquella la sobrevivió una mujer exquisita.
ResponderEliminarEs un enorme privilegio poder leerte.
Un beso, preciosa.
El blogger se ha tragado mi comentario, que seguro era muy inteligente, aunque ahora no lo recuerdo… ¡Ah sí! Buscaba las letras para escribir algo parecido –con menos talento, de eso no hay duda- y te daba las gracias por exprimir, de tan bella manera, el sentimiento que llevaba; pero entre tanto, he cambiado de humor, y, no obstante, el texto me parece igual de bello.
ResponderEliminarUn abrazo o dos.
Estremece el poema, Elvira, con esos versos mezcla de dolor, memoria y sentimiento.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Abrazos.
¡Qué final, Elvira! Otra maravilla más para mi colección.
ResponderEliminarUn besazo.
De nuevo me siento profundamente conmovida con tus versos... un beso.
ResponderEliminarAdmirada Elvira, una vez más se me pone la carne de gallina al leerte. Ser un aprendiz de muerto o devanar un pálido cadáver son versos que me dejan sin palabras.
ResponderEliminarUn beso
Querida Elvira: tal vez muy pronto tendré ocasión de conocerte personalmente y expresarte toda mi admiración.
ResponderEliminarUn beso
Mi dulce y admirada dama de la poesía, me rindo a ti, una vez más, al leer tu hermoso poema, breve pero con esa intensidad que da saber escribir y saber vivir cada momento como merece.
ResponderEliminarUn abrazo con todo cariño
Querida Elvira, no sabes cómo se me encoje el corazón al leerte. El título es impresionante y cada uno de los versos encierran un mundo en sí mismos. Gracias por todo y mil besos admirados.
ResponderEliminarElvira, reina, no hay derecho a estarme zarandeando con tu poesía como lo estás haciendo (jeje). No, de verdad, pero qué bien escribes (eso por delante) y después... ¡vaya lo que dices y cómo lo dices! Gracias de todo corazón.
ResponderEliminarVerás, ayer leía tu libro en una plaza madrileña y... ¡ufff!, mejor que te lo cuente el poema que me surgió, ¿vale? No tengo tu e-mail, así que te lo dejo aquí (el mío es: afernangomez@gmail.com ). Un fuerte abrazo y aquí te dejo el poema:
TAN HERMOSAMENTE ME ANGUSTIAS…
Tan hermosamente me angustias, poeta entre poetas,
que cierro tu "laberinto carnal" con cada historia,
pero insisto, y vuelvo a abrirlo con más ansia
tras la mirada al cielo y el suspiro.
Tan dulcemente me angustias con tus versos
que de golpe bebo del vaso y me renombro,
asumo cada línea, cada estrofa,
cada final amargo que me esculpes.
Dejo el asiento que me arropa entre los árboles,
cierro el libro –definitivamente, pienso-, qué locura,
me adentro entre los coches, vuelvo a casa,
–tres veces me he perdido y estaba sólo a dos manzanas–:
la bella angustia acaba de abrocharme el vientre,
en un escaparate de diseño busco aliento;
mi aliento está en el libro, reincido tercamente
y, en medio de la acera, leo. La creación no tiene ya remedio.
Quiero seguir angustiada de palabras, porque vivo,
me das aliento, me secas la garganta de verdades,
me mueves –gracias–, me remueves, me hierves la cabeza.
Ya no puedo dejarte, aquí me quedo.
también yo sé que existen "peces muertos".
Hoy mis ojos son incapaces de juntar palabras. Solo consigo leer: cadáver, pasado, dulce muchacha.
ResponderEliminarCeguera selectiva a causa del dolor.
Volverá la luz y conseguiré que las palabras, como la vida, vuelvan a formar un todo.
Un abrazo y gracias Á: